10. Alarmas molestas

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-La has cambiado.

-¡No lo he hecho!

-¡Es clavada a ella y lo sabes!

-¡No es verdad!

El último jueves de Junio fue uno soleado, uno que claramente se debía pasar fuera de una cafetería encantadora con una compañía incluso mejor.

Cuando Mimi llegó, tarde por supuesto, no podía ser de otra manera, se encontró a Ana y Aitana hablando animadamente sobre lo que fuera que estuviese abierto en el portátil que tenían sobre la mesa. No se dieron cuenta de que la rubia se acercaba hasta que Mimi movió la silla que sobraba.

-Perdón por llegar tarde, no sabía cuánto me iba a costar llegar hasta aquí –se disculpó antes de tomar asiento- ¿Qué me he perdido?

-Nada –respondió la morena rápidamente antes de cerrar su ordenador de golpe.

-La novela de Ana –reveló Aitana sonriendo a pesar de la mirada de advertencia que le mandó la canaria.

-Ah, la misteriosa novela, eh –rio Mimi.

El libro de Ana era un proyecto secreto. Algo en lo que la morena llevaba trabajando... a saber cuánto tiempo. Iba retocando cosas entre las clases y añadía montones de ideas que no dejaban de pasarle por la cabeza. Nadie sabía cuándo iba a acabarlo pero, hasta los detalles más insignificantes, eran un completo secreto. Mimi la había visto escribir anotaciones en pequeños trozos de papel para pegárselos al móvil antes de que se le olvidaran, pero nunca había podido echarle un vistazo al documento en sí. Le sorprendía un poco que se lo enseñara a Aitana, teniendo en cuenta todo el secretismo que había alrededor, pero suponía que necesitaba la opinión de alguien y quien mejor que la persona en la que más confiaba.

-¿Cuándo va a poder leer esa obra de arte el resto del mundo? –preguntó, con curiosidad autentica a pesar del tono bromista con el que acompañó esas palabras.

-Aún habrá que esperar bastante –le respondió Ana.

-Más de lo esperado si sigues haciendo tantos cambios –intervino Aitana.

-Eran pequeñas cosas que tenía que cambiar sí o sí.

-Cambiar el personaje para que sea exactamente igual que...

-Mi personaje no está basada en nadie en concreto. Hay ciertos aspectos muy comunes y cualquier parecido con una persona real es mera coincidencia.

Mimi miró de una a otra divertida aunque un poco confusa al no tener ni idea de a qué se referían.

-¿Qué me estoy perdiendo exactamente?

Aitana se giró para ver si Mimi apoyaba su teoría, sin siquiera explicarle a la rubia cual era esa teoría.

-¿Crees que los escritores escriben sobre la gente a la que quieren?

-¡Aitana! –gritó Ana.

-Es una pregunta como cualquier otra.

-Eh –Mimi lanzó una mirada hacia Ana y su cara de pánico, parecía desesperada para que cambiaran el rumbo de la conversación - Creo que los escritores se inspiran en muchísimas cosas. Supongo que es más fácil escribir sobre la gente que quieres, porque los ves de cierta forma idealizada y te ayuda en cierto sentido, pero todo podría ser una imagen de alguien a quien te gustaría querer. Como, tu persona ideal, una especie de persona soñada que no tiene por qué ser real.

-Eso tiene sentido. ¿Podemos pedir ya? Tengo hambre –la canaria cambió de tema rápidamente y se levantó antes de que cualquiera de ellas hubiese respondido.

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