17. Retiradas a tiempo

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Mimi despertó con un resfriado justo el fin de semana en el que habían quedado para ir al parque de atracciones.

Sin embargo una nariz llena de mocos no iba a impedir que se lo pasara bien. Metida dentro de una sudadera y con un abrigo por encima, parecía un bebé allí sentada en el asiento trasero del coche de Vicente. La idea de ese pequeño viaje había sido de Roi –quién estaba allí esperándoles junto a Cris- y por supuesto Aitana y Vicente no habían dudado en apuntarse. Ana prácticamente le había suplicado a la rubia que fuera para que no fuese el farolillo.

-¿Sabes cuantas veces me ha tocado ser el farolillo cuando salía con vosotros? –le había respondido ella, aunque no había necesitado muchos argumentos por parte de la canaria para apuntarse. Ver como la miraba casi suplicando y ponía esos ojitos adorables había sido bastante.

Durmió durante gran parte del viaje, sin ser consciente de que Ana la miraba cada dos minutos para comprobar que estaba bien. Estaba preocupada de que su resfriado empeorase y tuviera que volver a casa antes de que acabase el día.

Había bastante gente cuando llegaron, por lo que tuvieron mucha suerte de encontrar una plaza en el parking en vez de tener que estar dando vueltas por todo el lugar tratando de encontrar sitio.

Se encontraron con Roi y Cris justo en la entrada y no tardaron mucho en empezar a mirar en que atracciones querían subirse. Ana no estaba muy entusiasmada por la idea de subir a la montaña rusa y mucho menos de tener que hacer la cola tan larga que había.

Mientras iban paseando por el parque, Mimi aprovechó para hablar con Cris, ya que no se habían juntado en muchas ocasiones y le interesaba mucho lo que pudiera contarle, especialmente todo lo que tenía relación con los viajes que hacía de vez en cuando. Cris había visitado más lugares de los que la rubia podía soñar, así que oír como describía esos sitios era una experiencia increíble. Además, lo explicaba todo con tanto detalle que no le costaba nada imaginarse el lugar exactamente cómo debía ser.

Lo primero que decidieron hacer fue subir a los coches de choque y por supuesto ignoraron el cartel que les pedía no embestir con demasiada fuerza. Mimi tuvo una pequeña colisión con un niño en un coche azul después de que Vicente le pegara por detrás y la empujara hacia aquel pobre chaval. Sin embargo el niño siguió conduciendo sin problema mientras que Mimi rodó hasta que una pared la frenó (por suerte mientras eso pasaba le pudo devolver el golpe a Vicente). Ana y Aitana se quedaron enganchadas contra la pared y Mimi aprovechó ese momento para pasar y reírse un poco, lo que habría sido más efectivo si hubiera estado prestando más atención a lo que tenía delante para no acabar pegándose un trompazo contra el coche de Roi. Por lo menos las hizo reír, que era su objetivo inicial.

Todavía estaban riendo cuando acabo su turno y bajaron mientras se daban empujones.

-Ahora entiendo que no tengas el carnet –bromeó Ana poniéndose al lado de la rubia.

-Pues sí –asintió la otra- además, el coche era muy pequeño, casi no me cabían las piernas. A ti eso no te habrá pasado, Aitana.

-Muy graciosa –sacó la lengua la pequeña.

Continuaron paseando por el lugar y probando varias atracciones hasta que llegaron a la montaña rusa. Había una cola inmensa y Ana no dejaba de mirar a la gente sentada en los bancos como si quisiera ir a hacerles compañía.

Mimi no tardó en darse cuenta de eso y puso su mano sobre el hombro de la morena mientras que el resto seguía con su conversación.

-¿Estás bien?

-No me gustan las montañas rusas –dijo Ana en voz baja. No dejaba de escuchar los gritos de quienes ya se habían subido a la atracción y eso no ayudaba a que se pudiera calmar.

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