20. Vuelta a casa

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Dos días más tarde, Mimi estaba sentada en el aeropuerto esperando a que la avisaran de que el avión iba a despegar. Ana había insistido en llevarla ella y estaba sentada a su lado mientras pasaban el tiempo hasta la llamada del vuelo, con la cabeza apoyada en el hombro de la rubia y un café en su mano. Ninguna de las dos hablaba y simplemente estaban disfrutando de ese momento.

Había más parejas esperando por allí, la mayoría bastante más mayores que ellas. Algunas parecían impacientes, como si fueran a irse a alguna aventura, mientras que otras simplemente estaban juntas sin decir nada.

Por fin la llamada para Barcelona se anunció. Ana se apartó de su hombro y las dos se levantaron, sin alejarse la una de la otra. Ana dejó su café sobre el asiento con cuidado y se lanzó a los brazos de la rubia.

-Espero que pases unas buenas navidades.

-Tú también –respondió apretándola un poco más fuerte. Quería quedarse ahí, impregnándose del olor de la morena y no tener que moverse.

-Pásalo bien con tus amigos.

-Lo haré.

-Pero no te metas en líos –después de que Mimi le hubiera contado alguna aventura con Ricky y Agoney, la morena no tenía muy claro que eso fuera a ser posible.

-Lo intentaré.

-Y avísame cuando aterrices.

-¿Por qué pareces mi madre?

-Y saluda a tu madre de mi parte –siguió Ana- ¿Te va a recoger Ricky?

-Sí, con Nerea.

-Vale –suspiró ella- pero acuérdate de avisarme.

-Por supuesto. Pero vamos a hablar todos los días ¿vale? Y tampoco es tanto tiempo, ni estamos tan lejos y además estarás con toda tu familia.

-Aun así te echaré de menos.

-Yo también.

A pesar de que era la última cosa que quería, Ana se alejó del abrazo.

-Tendrías que ir ya. No querrás perder tu vuelo.

-¿Estás bien? –preguntó Mimi acariciándole la mejilla.

-No, voy a llorar si no te vas ya porque soy una dramática –rio un poco la morena.

-Recuerda, solo dos semanas.

-Voy a llorar igual.

Mimi le dio un beso, demasiado rápido para su gusto, pero que esperaba fuese suficiente para las próximas dos semanas.

-Nos vemos pronto –dijo y Ana asintió.

Mimi cogió su maleta y se acercó a la cola. Miró por encima de su hombro y vio que Ana seguía en el mismo sitio saludándola y con una sonrisa que sabía perfectamente, era falsa y que lo más probable era que estuviese a punto de echarse a llorar. Le lanzó un beso antes de mostrar su billete y seguir hacia el avión.

Parecía mentira que hasta hacía relativamente poco, lo único en lo que pensaba era en no pasar las vacaciones allí. Como cambiaban las cosas.

****

A pesar de que a priori era un viaje corto, a Mimi se le había hecho insoportable por los dos pre-adolescentes que iban en la fila de detrás y no habían callado en ningún momento. El señor que iba junto a ella no había sido capaz de controlarse como la rubia y se había girado para decirles que callasen un poco pero, la madre le había dicho que se ocupase de sus asuntos y los dejara en paz. Por suerte en cierto momento se habían calmado un poco y Mimi y el señor habían compartido una mirada de alivio.

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