15. Reflexiones

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La confianza que Mimi había conseguido de repente, sufrió un duro revés cuando se enteró de que Ana tenía una cita. Una cita. Con una chica. Una cita con una chica que no era ella. Que siempre había sido consciente de que podía pasar, pero la sorprendió de todas formas.

El encuentro había tenido lugar un jueves en la Universidad. Mientras Ana había estado cogiendo un café, una chica a la que no conocía para nada se había acercado a ella. Había charlado un poco con ella y le había pedido ir a tomar algo y, Ana, pensando que era mona, le había dicho que sí en ese mismo momento.

Parecía tan emocionada cuando se lo contaba a Mimi que la otra solo sonrió y asintió. Hacía mucho tiempo que no tenía citas, así que era normal que no dejase de sonreír y hablar de ello.

-Me preguntó si era modelo ¿te lo puedes creer? –dijo emocionada. Sí, Mimi se lo podía creer. Había pensado lo mismo la primera vez que se fijó en ella. Tampoco pensaba que fuera una buena frase para ligar. O no una lo bastante buena para ligar con Ana, vamos.

Pero no iba a ser ella quien pusiera triste a Ana y mucho menos después de ver lo feliz que estaba, así que escuchó con todo el entusiasmo que pudo acumular y le deseó lo mejor. ¿Qué posibilidades había de que esa cita llevara a algo más? La gente tenía citas todo el tiempo. Era totalmente normal. No había ningún problema.

Excepto que estaba un poco celosa. Y quien dice un poco dice bastante, aunque más que nada estaba cabreada con ella misma porque no dejaba de preguntarse si Ana habría seguido adelante con esa cita si ella hubiese tenido el valor de decirle como se sentía. Podría ser ella quien estuviera pasando la tarde con la canaria, pero en vez de eso estaba lamentándose en su piso escuchando la lluvia golpear contra su ventana.

Era interesante ver como el tiempo podía acoplarse perfectamente a sus sentimientos.

Tampoco era tan malo si lo pensaba en frío, era una clara señal de que Ana estaba preparada para pasar página, y esa era una buena noticia. ¿Qué le gustaría estar allí con ella? Sí, pero los intereses de Ana iban por encima de todo.

Mimi no se esforzó mucho en la cena de esa noche, cogió una pizza y se tumbó en el sofá para pasar un rato tranquilo mirando la televisión. Claramente no era la noche más emocionante de su vida, pero podría ser peor. Compensaría mañana y saldría con todos de fiesta.

Sin embargo, la noche se animó cuando su teléfono empezó a sonar y no como si estuviera entrando un mensaje, era una llamada. Al ver el nombre no tardó nada en responder.

-Mimi, gracias a dios –escuchó la voz de Ana en cuanto respondió la llamada. Parecía que estaba conduciendo y tenía el altavoz puesto, lo que le parecía insólito.

-¿Cómo ha ido tu cita? –le preguntó tanto por curiosidad como para cumplir con el protocolo de amiga.

-Por favor dime que no estás haciendo nada ahora.

-Así de bien, eh.

Ana soltó una carcajada y Mimi sonrió.

-¿Quieres venir a dar una vuelta conmigo? Podemos coger helado o lo que quieras.

-Supongo que podría arreglarme para hacerte compañía.

-Ponte pantalones y acompáñame, Mimi –ordenó la otra- Te recojo en ¿cinco minutos? No estoy muy lejos. Ah, y ¿te importaría coger una chaqueta de sobra para mí? No estaba lloviendo cuando salí y no cogí nada.

-Claro, ningún problema. Nos vemos ahora.

En cuanto colgó, la cabeza de Mimi empezó a sopesar las posibles situaciones que se habían dado para que la cita con esa chica hubiera ido tan mal. Bueno, eso era lo que suponía, que había ido mal, porque no había otro motivo para que la llamara ¿no? Bueno, sí, quizá simplemente quería contarle como había salido la cosa. Se sentía un poco mal por desear que fuera lo primero pero no podía controlarse.

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