14. Hacia adelante

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El sonido de dedos golpeando contra las teclas fue interrumpido por Mimi golpeando la mesa con sus nudillos. Tras haber tenido que cambiar la entrevista para el día siguiente porque el músico estaba enfermo, estaba un poco perdida y no sabía bien como seguir. No había previsto que se torcieran sus planes y no sabía qué hacer ahora que se había quedado con el culo al aire.

En principio iba a ser un día tranquilo, trabajar un poco en la oficina por la mañana, hacer la entrevista por la tarde y volver pronto a casa. Una vez ya tenías el plan perfecto en tu cabeza y te habías organizado para que ningún detalle saliese mal, que te lo cambiaran era una mierda.

No debería haberle enviado un mensaje a Ana, pero lo hizo. 'Quieres ir a comer?' le preguntó, suponiendo que no había ningún peligro en eso. Solía ir fuera a comer todos los días que trabajaba. Excepto que sabía perfectamente que no querría volver a la oficina al acabar y mucho menos después de pasar tiempo con la morena. Aunque claro, tampoco le había dicho a nadie que le habían cambiado la entrevista así que ¿Quién se iba a enterar si no volvía? No tendría importancia. Además, siempre entregaba las cosas a tiempo, no supondría ningún problema.

Cuando Ana le escribió de vuelta supo que no iba a hacer nada productivo esa tarde.

'SÍ SÁLVAME DE ESTA CLASE'

'ESTOY HARTA'

Acompañando a los mensajes había una foto de Ana con cara de estar aburrida pero perfecta para variar. Mimi tenía la idea de que era imposible que esa mujer saliera fea en ninguna foto, independientemente de su estado de ánimo y, aunque era genial ver que tenía razón, también era muy molesto que semejante perfección existiera.

Finalmente decidieron verse al café que solían frecuentar, uno en el que Ana y Aitana quedaban los fines de semana para merendar. Tenía muchas ganas de salir de allí e irse corriendo hacia el café y además estaba inquieta sin saber bien por qué.

Bueno, eso no era cierto, igual sí sabía por qué. Igual era por eso que le estaba ocultando pero claro, no iba a cagar la sorpresa.

Mimi estaba dispuesta a mantener ese secreto hasta que fuera el momento adecuado. No iba a ser fácil, y mucho menos cuando se moría de ganas de contárselo, pero bueno, debía ser fuerte y aguantar.

Por fin el reloj marcó la hora de salir y Mimi se puso de pie para desaparecer de allí lo más rápido posible. Se quedó esperando fuera a que la otra chica apareciera y esperaba que lo hiciera pronto porque, aunque fuera Noviembre, hacía bastante frío como para quedarse ahí más de diez minutos. Especialmente si tenía que quedarse plantada como una estatua.

Alzó la mirada de su móvil justo a tiempo para ver aparecer a Ana con una sonrisa inmensa que apareció en su rostro justo cuando cruzaron las miradas y no dudó en lanzarse a sus brazos en cuanto estuvo lo suficientemente cerca de ella.

-Estoy muy cansada –se quejó sin separarse del abrazo- todavía me quedan montones de trabajos por corregir.

-Por lo menos te quedan menos que esta mañana –sonrió Mimi tratando de ver el lado positivo- puedes descansar un poco y ya después volver a ello.

-Por favor no me lo recuerdes. A parte de los trabajos, la semana que viene tendré que corregir exámenes –se alejó un poco de ella y Mimi se fijó en que, sí, unas cuantas horas de sueño le vendrían genial porque se le notaban las ojeras- Tienes suerte de no tener que aguantar a los universitarios.

-Venga, seguro que una tarde conmigo te anima –le guiñó el ojo.

Eso hizo que la canaria sonriera antes de asentir con ilusión. Decidieron comer dentro para evitar las ráfagas de aire que podían aparecer de la nada y escogieron una de las mesas del fondo, donde se podía ver todo lo que pasaba alrededor, una manía que Mimi siempre había tenido.

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