Capítulo 9.

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César:
A pesar de estar inmerso en mis pensamientos siento que suena mi móvil avisándome de la entrada de un mensaje, un mensaje que esperaba que fuera de cualquier persona menos de ella, aunque no hay nada que me pueda hacer más feliz. Lo vuelvo a leer una y otra vez, y es que creo que esto no es real, que estoy viviendo un sueño, pero como prometí, el día que se decidiera no la dejaría ir, y eso es justo lo que voy a hacer, ya no estoy dispuesto a perderla.

Amber:

Con la decisión tomada siento un peso menos sobre mis hombros, pero a la vez un poco de tristeza, y es que ni siquiera he recibido una llamada de su parte, ¿acaso todo era mentira?, ¿acaso justo cuando me decido a ser feliz me va a invadir la agonía?; aunque esto ocupa gran parte de mis pensamientos, mi mayor prioridad es pedirle una buena disculpa a mi mejor amiga, y es que me comporté como una total idiota con la persona que considero mi otra hermana, cosa que realmente no pienso permitir por nada ni por nadie de este mundo, he perdido ya demasiado como para permitirme alejarme de ella.
-Mía, ¿podemos hablar?- le pregunto una vez que logro distinguirla entre el grupo de personas que vagan por los pasillos, y como no hacerlo si es única, y con  semejante locura resalta en cualquier lugar.
-Justo ahora no puedo Amber, no tengo tiempo para escuchar cómo te diste cuenta de que ayer te comportaste como una estúpida y estás ahora arrepentida- contesta fríamente.
-Sé que me estás escuchando aunque digas que no, así que perdón por comportarme como una idiota, por descargarme contigo cuando solo tratabas de ayudarme a ver las cosas con claridad, eres mi mejor amiga, mi otra mitad y no quiero perderte- le digo sincera, y para no molestarla me marcho al aula, al fin y al cabo solo faltan minutos para comenzar la rutina diaria, las malditas clases.

No pierdo las esperanzas de recibir una respuesta por parte de César, pero mientras más van avanzando las horas más disminuyen estas, así que solo ruego porque el bendito timbre suene lo antes posible, para así irme a mi casa y llorar en compañía de mi nueva mejor amiga, la cama, y obviamente de mis hermanos más allegados, los pañuelos.

César:
Las ganas de responderle no se van ni por un segundo, pero luego recuerdo que si lo hago voy a arruinar mi sorpresa, y además aunque puede que sea un poco malo, quiero hacerla sentir justo cómo  me he sentido todos estos días, sin la más mínima esperanza; gracias a Dios cuento con la ayuda de una persona bastante cercana a ella, su mejor amiga, quien a pesar de no estar a mi lado se ha encargado de no hacerme meter la pata.

Amber:

Mis planes de irme a casa estuvieron intactos hasta que Mía, quien no me ha hablado ni siquiera una palabra en todo el día lo hace solo para avisarme de que debo ir a la cancha de fútbol a charlar con mi adorado profesor de Gimnasia, nótese el odio que siento hacia esta persona que quiere hacernos deportistas, lástima que sus planes, por lo menos conmigo no van a funcionar ni en mil años luz.

Abrumada, triste, y no sé qué otra cosa más voy de camino hacia una de mis peores pesadillas, solo que cuando llego imaginaba todo menos una escena de una película romántica ante mis ojos, pues justo en el césped de la cancha con piedras blancas está escrita la frase: ¿Quieres ser mi novia?; y cuando creía que ya nada más podría sorprenderme entra una llamada a mi móvil, la cual sin dudar un segundo atiendo, y es que es de la persona que no ha salido de mi cabeza este tiempo ni un minuto.

¿Y entonces, aceptas mi propuesta?
¿Dónde estás?
Justo detrás de ti, esperando ansioso por tu respuesta.

-Está más que claro que no hay nada que quiera más en este mundo que compartir mi felicidad contigo- le digo cuando volteo y lo veo con una rosa roja en sus manos y de rodillas, y yo como sensible que soy comienzo a llorar, pero al contrario de días anteriores, esta vez es de felicidad.
 
Suficientes palabras para lanzarme a sus brazos y unir nuestros labios en un apasionado beso como si no hubiera un mañana, en un beso con el cual llevaba soñando todos estos días, y que sin  lugar a duda era justo lo que necesitaba para ser feliz, para unir en pedazos lo que creía roto.
-Si me decías que no te mataba- comenta riendo.
-Creo que no, no podrías vivir sin mí- contesto segura, y recibo un asentimiento de su parte.
-Creía que ya te habías olvidado de mí, y es que no sabes cuánto tardé en darme cuenta de que no debía dejarte ir, porque tú eres todo lo que necesitaba, para luego sentir que ya todo estaba perdido- le digo mirándolo a esos ojos verdes que lograron atraerme desde el primer momento en que los vi., pero no quería aceptarlo.
-Sería un tonto si hiciera eso, ahora que te tengo no te voy a dejar ir, ¿te queda claro mi princesa?- ¿acaso hace falta una respuesta?
-Nunca me voy a ir, eso es seguro- definitivamente lo que había empezado como un día normal y común, luego de esto terminó siendo uno de los mejores de mi vida.
-Hey, hay alguien que me ayudó en todo- creía que todo había sido obra suya.
-Creí que tú lo habías hecho todo- le digo y me aparto un poco de él.
-Bueno, alguien tenía que convencer a tu profesor para que me dejara utilizar su preciado terreno- dice riendo.
-¿Quién?- pregunto curiosa.
-Tú mejor amiga- y de detrás de él sale Mía con una sonrisa.
-¿Saben que los adoro a ambos cierto?- pregunto en tono dramático.
-Pues claro- ¿desde cuándo mi reciente novio y mi mejor amiga se llevan bien?, ni idea, pero no hay nada que me haga más feliz que saber que dos de las personas que más quiero se entienden perfectamente.

Segundas Oportunidades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora