Capítulo 7.

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Amber:
Mi cabeza me dice que hice lo correcto, que por más que lo quiera no sería justo arrastrarlo hasta donde estoy, pero mi corazón me dice que tomé una decisión equivocada, que si realmente me quería sería estando juntos que volvería a ser yo, ¿quién tiene la razón?, es justo esa pregunta la que me ha estado quitando el sueño estos últimos días, en los que no he sido capaz de concentrarme en casi nada.
-¿Me estás escuchando Amber?- pregunta mi mejor amiga Mía.
-Emmm, no- contesto dudosa, porque sé que mi respuesta va a hacerla enfadar.
-O sea, llevo casi toda mi maldita tarde del viernes hablando contigo para que no me escuches- sinceramente soy la peor amiga del mundo.
-Hoy no es viernes, es jueves- la corrijo.
-Bueno, por lo que veo sí tienes noción del tiempo- contesta en tono sarcástico.
-Lo siento, ¿vale?- le pido perdón con mi mejor cara de lástima.
-Ok, ¿qué haces mañana en la noche?- no la entiendo, primero está molesta, y luego, de la nada se le quita el enfado.
-¿Por?- pregunto, y termino mi jugo de naranja.
-Hace rato que no salimos por la noche- responde, y es cierto, desde comienzo de las vacaciones no salimos en la noche.
-Quedé con Sofía en dormir en su casa, pero si quieres podemos dejarlo para el próximo fin de semana, ¿te parece?- presiento que viene un ataque de celos por lo que le acabo de decir.
-Sí, claro, últimamente todo es Sofía- ¿ven?, tenía toda la razón del mundo.
-Deja los celos Mía, pareces una niña- y es que sí me molesta que piense que la voy a cambiar por alguien más.
-Amber, es que es cierto, pasas más tiempo con ella que conmigo- me explica.
-Bueno, si la conocieras te darías cuenta de que no es mala como tú piensas, y podríamos estar juntas las tres- y es que sí, Mía odia a Sofía, y lo más gracioso sin ningún motivo.
-Se me hizo tarde  Amber, me despides de tu mamá- se despide y se va, así que asumo que está molesta.

Por fin viernes, o sea, creía que esta semana sería interminable, y es que el tiempo para mí ha pasado más lento de lo normal. Luego de un baño, y recoger todo para mi noche de pijamada junto con Sofía voy de camino a su casa, que gracias a Dios queda solo  a unas pocas cuadras de mi casa, mi vagancia y yo que siempre vamos de la mano. He de decir que la tarde fue increíble, pues comimos de todo un poco, en otras palabras vaciamos el refrigerador y vimos toda una temporada de Aida, así que no faltaron las risas, cosa que me hacía bastante falta para olvidar aunque sea por unos minutos mi situación; pero sabía que tarde o temprano saldría el tema de César en la conversación.
-Me enteré de lo que pasó con César el sábado, así que supongo que por eso no te vi más esa noche- y es que luego de esta última conversación con el susodicho no tenía ni el más mínimo ánimo de seguir divirtiéndome, así que me fui a casa.
-Sí- solamente asiento.
-¿Y te sientes bien con la decisión que tomaste?, te entiendo si no me quieres hablar de ello a mí- pregunta, y que pregunta la que hizo.
-Tranquila, confío mucho en ti- la tranquilizo, pues diera la vida porque entre ella y Mía pudiera surgir una amistad, así en vez de dos seríamos tres.
-Igual yo- contesta.
-La verdad es que no sé, tengo una contradicción conmigo misma, mi cabeza me dice que hice bien, pero mi corazón me dice que no- continúo.
-Más o menos, ¿pero, por qué no lo intentaste?- pregunta nuevamente.
-Porque sería injusto quizás que yo le hiciera daño, no soportaría perder a otra persona que quiero por nada del mundo, y es que tampoco quería que tú y yo termináramos mal- le contesto entre una que dos lágrimas.
-A veces hay que arriesgarse, pero tú sabrás cuando arriesgarte tú, en cuanto a ti y a mí, si hay una persona que me encantaría que estuviera con César serías tú, porque quiero verlo feliz, para mí él es un amigo muy importante- me aconseja Sofía.
-Gracias, me encantó conocerte- confieso sincera.
-Créeme que a mí también, espero que seamos grandes amigas- y esto es suficiente para darnos un abrazo.
-Así será, yo me encargaré de ello- aseguro.

César:
Mi cabeza es todo un lío, en el fondo la entiendo, porque sé que no quiere lastimarme y esta es su manera de no hacerlo, tan solo no se da cuenta que justo eso es lo que está sucediendo; pero luego me encantaría que dejara sus miedos y viviera el presente.
-César, ¿qué te pasa?- pregunta Javier, que evidentemente me conoce perfectamente, por lo que sabe que oculto algo.
-Tu prima me pasa, ¿feliz con mi respuesta?- le pregunto yo ahora.
-Si realmente la quieres tienes que darle tiempo, se dará cuenta que se equivocó- gran consejo, pero cuándo va a pasar eso, hace ya una semana de todo, y no noto ningún interés por su parte.
-Espero que sea rápido- y eso realmente es lo que ruego.
-¿Quién lo diría mi prima y mi mejor amigo?- y su pregunta me causa un poco de risa.
-Creí que me matarías- le confieso sincero.
-Créeme, si no supiera que puedes hacerla feliz lo haría sin dudar- me contesta.
-Ojalá así sea- digo.
-Bueno, me voy, yo sí tengo una relación que atender- y en cuanto veo que estoy solo, voy a acostarme un rato, solo que a mitad de camino tocan a la puerta, haciéndome volver sobre mis propios pasos.
-Holis- dice Sofía del otro lado de la puerta.
-Hola, ¿vas a entrar o no?- pregunto, pues normalmente cuando le abro la puerta entra a la casa sin pensarlo.
-No, solo vine de pasada estoy apurada- contesta.
-Ok- contesto yo.
-Solo vine a decirte que no te rindas, ella te quiere, y si esto realmente vale la pena va a haber que luchar por ello- suelta de repente.
-¿Cómo lo sabes?- pregunto intrigado.
-Solo lo sé, dale tiempo, ella misma te dirá cuando crea que está lista- responde.
-Gracias- pero dudo que haya escuchado mis palabras.

Con lo que me acaba de decir Javier y  Sofía han vuelto mis esperanzas, y juro que cuando ella se decida no la dejaré ir.

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