Capítulo 12.

45 3 0
                                    


                                           
César:
Sentir que en un momento de tu vida no puedes ser más feliz es sin duda algo que muchos queremos, pero pocos logramos conseguir, y es que el camino a veces se torna difícil, y mayormente optamos por abandonar en el intento, a dar todo por  aquello que nos hace felices; es por ello que agradezco a Dios haber sido capaz de salir adelante, y de alguna forma continuar luchando por mi felicidad.
-¿Tanto te gusta?, tiene que ser broma- pregunta Jimena, que hace unos minutos se encuentra en mi casa, algo que me resulta bastante raro.
-Sí, ¿por qué no?- contesto seguro.
-No lo sé, ella me parece un poco falsa, y desde mi punto de vista no creo que sienta algo por ti- ¿pero de dónde saca semejantes estupideces Jimena?
-No la conoces, si lo hicieras te darías cuentas de que te estás equivocando al juzgarla- la defiendo.
-¿Por qué estás tan seguro de ello?- ok, esto me está empezando a incomodar un poco.
-Simple, porque es una chica que estaba jodida, una chica que últimamente solo estaba sufriendo, y que la estaba pasando pésimo, pero que hoy día está luchando por salir adelante, por ser feliz- y yo mismo me siento orgulloso de saber que así lo está haciendo.
-¿Tienes pruebas de que realmente te quiere?- ¿es esto un interrogatorio o qué?
-Llevamos un mes apenas, pero en ese tiempo sí ha demostrado quererme, pero a ver ¿qué pruebas tienes tú de que no me quiera, de qué todo sea una farsa?- o sea, si la está acusando, por lo menos debe de tener pruebas, las cuales estoy ansioso por escuchar.
-Su ex, lo conozco desde hace bastante tiempo- guao, esa palabra es justo la que pasa por mi mente en este momento.
-Ok, no sé si sepas que justo su ruptura fue la gota que derramó el vaso- le explico.
-Ella tampoco fue una santa- contesta inmediatamente.
-Sí, es cierto, se equivocó, pero luego trató de remendarlo, y fue su ex quien metió la pata hasta el fondo, quien más daño le hizo- lo que creía que sería una conversación tranquila terminó siendo todo lo contrario.
-Juro que me voy a encargar de que sepas quién es ella realmente- me amenaza antes de irse, y dejarme bastante molesto, sinceramente esta Jimena no es la que conozco.

Amber:
  Si me preguntan por el peor castigo del mundo justo ahora diría con toda seguridad que es luego de pasarte toda una hora dando Geometría Plana, dar toda otra hora de Educación Física, y más si tenemos en cuenta que mis profesores podrían considerarse el diablo en persona, o sea, en momentos como estos me pregunto el porqué de si quieren enseñarnos a amar la escuela cometen semejantes barbaridades, que en realidad deberían considerarse crímenes.
-Cambia tu cara- espeta Mía, quien tampoco está teniendo uno de sus mejores días.
-Lo mismo digo compañera- le contesto y finjo algo parecido a una sonrisa.
-¿Cómo quieres que cambie la cara, si después de una maldita hora dando Geometría ahora debemos correr casi un kilómetro?- ven, alguien que piensa exactamente lo mismo que yo, sin dudas somos mejores amigas, solo basta mirarnos para saber lo que pensamos.
-Exageras un poco, pero igual tienes toda la razón del mundo- respondo y la abrazo.
-Chicos dejen ya el parloteo y comiencen a correr- y fin a nuestro momento de tranquilidad, bienvenida nuestra peor pesadilla.
A ver, que cuando digo que odio el ejercicio físico  no quiere decir que sea una perdedora en esto de correr, es solo que para nada me agrada sudar tanto bajo el sol; pero esta mañana específicamente me siento más débil de lo normal, yo diría que sin ganas  de nada; y no estoy mintiendo, pues cuando menos lo espero caigo al piso y me desmayo.
-Amiga, ¿estás bien?- pregunta Mía preocupada.
- ¿Dónde estoy?- pregunto un poco desconcertada, y es que lo último que recuerdo es estar corriendo y que de repente todo se volvió negro.
- En la enfermería, te desmayaste porque te bajó el nivel de azúcar en sangre, y la enfermera está segura de que esto ocurrió al no haber comido nada y haber hecho ejercicio físico- me explica, y por un momento creo que es ella la enfermera.
- Quizás tiene un poco de razón, hoy llegaba tarde, así que no desayuné nada, pero ¿cómo llegué aquí?- pregunto dudosa.
- Oh, Marcos te trajo, él está afuera y quiere hablar contigo, ¿lo hago pasar?- asiento y ella va en busca de mi ex.
- Por cierto, tu madre y César están de camino- y estas son las últimas palabras de mi mejor amiga antes de desaparecerse por la puerta y dejarme a solas con Marcos.
- ¿Cómo estás?- pregunta y toma asiento a mi lado.
- Bien, no es como si me fuese a morir- le contesto sarcástica.
- Me alegro, toma, te traje un jugo de naranja, sé que te gusta, y necesitas comer algo- comenta y me entrega la botella de jugo.
- Gracias por esto y por lo de traerme, al fin y al cabo no estabas obligado a hacerlo- y aunque estoy molesta con él por todo lo que ha pasado, le agradezco.
- No hay de que bebé- expresa, y me sorprende ver que me llamó bebé, como lo hacía antes.
- Ok- ¿qué espera para irse?
- Ber, ¿qué tal te va?, hace más de un mes en el que no sé nada de ti- pregunta, ¿preocupado?, realmente merece un premio por ser el mejor de los hipócritas.
- Bien, estoy feliz- contesto con total sinceridad.
- ¿Crees que podamos hablar sobre nosotros?- esta pregunta sí que no me la esperaba, y si soy sincera no tengo las más mínimas ganas de hacerlo, yo estoy bien, y prefiero que las cosas sigan así.
- Pues la verdad no, tú y yo no tenemos nada de qué hablar, y si te soy sincera no tengo el más mínimo interés en hacerlo- le respondo un tanto fría.
- Amber, por favor, debo decirte algo importante- ruega.
- No Marcos, gracias por todo pero ahora vete, necesito descansar- y es que realmente es así, necesito descansar y recuperar mis fuerzas, no voy a dejar que una tonta bajada de azúcar consiga vencerme, soy mucho más fuerte que eso.

Segundas Oportunidades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora