Capítulo 16.

44 2 0
                                    


Amber:

Sentir que ahora que todo está bien, que está tranquilo, vaya a ocurrir algo que interrumpa eso es lo que más me preocupa, y sobre todo si tienes esa sensación de que algo malo está por ocurrir, algo que va a cambiar el curso que las cosas llevaban hasta ahora.
-Amber, baja, hay alguien que quiere verte- grita mi mamá desde la sala tan solo a las ocho de la mañana.
-Voy enseguida- le respondo, y en mi interior maldigo a esta persona desconocida capaz de interrumpir mi descanso, joder que es sábado y los seres humanos necesitamos dormir.
 
Ok, a pesar de bajar de mal humor me esperaba la visita de cualquier persona menos de él, y menos ahora que todo está donde tiene que estar.
-Marcos, ¿se puede saber qué haces aquí?- pregunto una vez que mi adorada madre nos deja a solas en la sala.
-Necesitaba hablar contigo, y no me contestabas el teléfono, así que no me quedó otra opción que venir acá- contesta con total naturalidad.
-Bueno, habla, aquí me tienes- expreso quizás un poco cortante.
-Necesito decirte algo, pero no aquí- vale, aparte de que no me deja dormir una mañana, ahora me pone condiciones para hablar, ¿con qué derecho?
-¿Por qué no puede ser aquí?- pregunto, y por un momento me doy la oportunidad de mirarlo detalladamente, lo que me permite darme cuenta de que su mirada que antes irradiaba seguridad y alegría hoy da a entender todo lo contrario.
-Porque quiero estar solo contigo, y que de esta forma nadie pueda interrumpirnos- bien, todo este misterio me resulta un poco raro.
-¿Prometes que si hablamos no me volverás a buscar para absolutamente nada?- pregunto, y juro que creo que esa pregunta lo toma por sorpresa.
-No es como si pudiera, pero sí lo prometo- es definitivo, soy un imán de problemas.
-Hoy no puedo hablar, tengo que hacer unas cosas, pero ¿crees que puedas venir mañana a las dos a la cafetería en la que siempre quedábamos cuando estábamos juntos?- no me queda de otra.
-Ok, allí estaré mañana- y esta frase pone punto final a la conversación, por lo que decido acompañarlo a la puerta, igual no es como si no supiese la salida.
 
Mentiría diciendo que después de la conversación logré dormir, y es que cada vez que trataba de ponerme cómoda una nueva idea de sobre qué podría ser lo tan importante que debíamos hablar paseaba por mi cabeza, y lo peor de todo, era que una era peor que la otra, definitivamente mi imaginación estaba haciendo de las suyas hasta el punto de volverme loca, como si ya no lo estuviera.
 
Ni siquiera toda la noche y parte de la mañana fueron suficientes para decidir ir o no al encuentro, o sea, sí lo había prometido, y quizás esto sirviera para cerrar completamente este capítulo de mi vida, pero por otra parte, esa sensación de que algo malo estaba por pasar no me abandonó ni un segundo. Conclusiones, hasta este momento que me dirijo hacia la cafetería después de pasarme casi media hora arreglándome estuve dudando.
 
Una vez que entro a la cafetería una ola de recuerdos me invade repentinamente,  cosas en las que me había prohibido pensar, pues estaban totalmente relacionadas con Marcos, y en ese momento me dañaban muchísimo.
-Creí que no vendrías- me saca de mis pensamientos el susodicho.
-Perdón por la llegada tarde- contesto, en tanto mi mente borra todo lo reproducido recientemente.
-Te pedí un licuado de fresa, como en los viejos tiempos, ¿estás bien con ello?- pregunta y me extiende la silla para que me siente.
-Sí, Marcos, ¿puedes ir directo al punto?- y espero que sí, porque realmente no sé qué hago allí.
-Vale, te pedí que vinieras porque hace unos día recibí una noticia, y no sé, creo que te vendría bien saberla- ¡guao!, gran adelanto de la conversación.
-Continúa- le indico con una reverencia.
-Amber, en serio perdón, fui un cobarde- ok, el rumbo que está tomando la charla no me agrada en lo absoluto.
-No sigas por ahí Marcos- le interrumpo, porque no me interesa nada de lo que tenga que decir.
-No me interrumpas Amber, por favor, decirte todo esto es bastante difícil para mí. Fui un cobarde al no percatarme de lo mucho que te estaba dañando con mis actitudes, nunca quise hacerte mal o hacerte llorar, pero entiéndeme, yo confié en ti, y cuando era la mejor persona del mundo contigo tú me clavaste el puñal por la espalda, y de la peor manera. Yo sufrí mucho por tu causa, porque te quería con la vida, y sé que comportarme de la forma en que lo hice no estuvo bien, pero fue la única vía que vi en ese momento. Me arrepiento mucho de haberte hecho sufrir, porque ahora que te veo feliz con otra persona, aún más de lo que estabas conmigo, y saber que es posible que nunca más te vuelva a ver me doy cuenta de que te sigo queriendo, aunque haya hecho todo para olvidarte- confiesa llorando, pero por más que trato no entiendo nada de lo que quiere decir.
-No entiendo- expreso y contengo las ganas de llorar, porque aunque ya no le quiera como antes saber todo ello, y tener esa seguridad de que después de todo la relación no fue un juego me alivia mucho y me alegra también.
-Ber, me voy dentro de dos semanas del país, me mudo y no creo que vuelva, y necesito saber que me perdonas por todo, porque quiero irme sabiendo que la persona que más quise no me guarda rencor- y aunque sé que quiere continuar sé que no puede, porque le conozco a la perfección, y sé que ya no da más, así que sin pensarlo me lanzo a sus brazos y dejo caer las lágrimas que tanto traté de contener.
-Te odio, me hiciste mucho daño y lloré un mundo por ti, porque creí que mi vida no tenía sentido una vez que tú no estuvieras en ella, pero eso no quita que esto que me estás diciendo no me duela. O sea, sé que ya no estoy enamorada de ti, pero ese cariño que te tengo de amigos aún sigue intacto, así que dime por favor, que esto es una mala broma de tu parte- ¡joder! , esto demasiado fuerte.
-Amber qué más quisiera, pero no, es cierto, no quiero irme, pero debo hacerlo, por favor dime que me perdonas, sé que ya no me quieres como yo a ti, pero ese perdón significa mucho para mí, significa que te vas a quedar con lo bueno de todo lo que vivimos y que no me vas a olvidar, por favor- ruega una vez que toma mi cara entre sus manos, haciéndome ver sus ojos directamente.
-Te perdono, no puedo guardarte odio, no sabiendo que ya no vas a estar aquí; aunque quisiera no pudiera olvidarte, en mi vida fuiste mucho- le confieso y seco sus lágrimas, al igual que él lo hace conmigo.
-Te quiero- susurra y vuelve a abrazarme como si no hubiera un mañana.
-No del mismo modo pero yo igual- respondo y me sale una sonrisa.
 
Mi día ha sido un altibajo de emociones, así que después de horas conversando con Marcos, y luego estar sola un poco pensando, me dispongo a marcharme a casa, solo que no me esperaba una conversación con semejante persona a la salida de la cafetería, solo Jimena para empeorar mi día.
-Semejante espectáculo el que dieron dentro tú y Marcos, supongo que ya sabes todo,  ahora deberías contárselo a César- escupe estas palabras con cierto veneno.
-Y lo haré, ¿sabes por qué?, porque le amo, y tú ni nadie va impedirme ser feliz con él. Me encantaría quedarme, pero no estoy de ánimos Jimena- respondo con mi mayor paciencia, y esta vez sí voy a casa.

  Quizás y después de todo sí que necesitaba esto, necesitaba hablar con él, desahogarme, saber que no le odio como creí que lo hacía, que aún siento ese cariño de amigos que un principio antes de que comenzara todo teníamos, que lo vivido a su lado fue real, pero sobre todo haberme dado cuenta de algo, de que no quiero a César, lo amo, que es mucho más fuerte, porque no sé qué me haría si lo perdiese, si en lugar de Marcos fuera a él a quien no volviera a ver, definitivamente mi vida ya no sería lo mismo, yo no sería igual.

Segundas Oportunidades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora