Capítulo 21.

44 3 0
                                    

Amber:

Admito que meses antes me hubieran dicho que justo ahora voy en camino a despedir a mi ex, y no lo hubiese creído, probablemente me hubiese muerto de la risa pensando que era una broma; otra clara muestra de que todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos.
 
De sobra decir que es obvio que me duele saber que posiblemente jamás lo vuelva a ver, al fin y al cabo ese querer de amigos nunca desapareció, yo diría tan solo que estaba oculto detrás del rencor que sentía hacia él.
-¿En serio que me perdonaste?- pregunta por cuarta vez desde que llegué, faltando apenas 20 minutos para que se vaya al aeropuerto.
-Sí, ya no lo preguntes más- respondo por cuarta vez.
-¿Qué hubiese sido de nosotros si no me hubiera ido?, ¿seguirías molesta conmigo?- pregunta.
-Y la verdad es que no lo sé, pero supongo que sí, al fin y al cabo ese rencor no servía de nada, digamos que aprendí a ver lo bueno de todo lo que pasó entre ambos. Me atrevo a decir que yo por mi parte trataría hasta de recuperar la amistad que teníamos antes- contesto con total sinceridad.
-Me arrepiento muchísimo de haberte hecho sufrir tanto, en serio- admite en voz baja.
-Y lo sé, ahora prométeme algo- se me ocurre una idea.
-¿Qué?- pregunta.
-Que lo que hiciste conmigo no lo vas a hacer con nadie más- expreso y le arreglo su camisa.
-Te lo prometo, aunque no eres igual a ninguna, eh, eso que te quede claro- dice riendo.
-Sé feliz y no te metas en problemas- le aconsejo.
-Lo mismo digo, y mantente tú en contacto conmigo, promételo- exige fingiendo una voz mucho más grave.
-Te lo prometo tonto- y nos abrazamos por última vez quizás, eso no lo sé aún.
-¿Interrumpo algo?- pregunta alguien a nuestras espaldas.
-¿Tú?- pregunto totalmente asombrada cuando veo a César.
-Viniste a despedirte- dice Marcos, y por un minuto me pierdo completamente, ¿por qué ya no se quieren matar entre ellos?
-Y agradecerte, sin ti no hubiera sabido nada aún, no eres tan estúpido como creí que eras- comenta riéndose y chocando puños entre ambos.
- Y…no entiendo nada, o sea, ustedes se odiaban- digo y los miro extrañada.
-Ya no- contestan a la vez.
-Ok, yo me marcho entonces- expreso con intenciones de irme.
-No, igual yo solo estaba de paso, vine a despedirme, tengo algo importante que hacer para recuperar a alguien- me interrumpe César.
-Adiós- decimos ambos.

Los minutos antes de su partida se hicieron interminables, como también se hicieron interminables mis lágrimas, joder que no sé si lo vuelva a ver, aún sigo sin creerlo.
 
César:
  Admito que me parecía imposible mantener una relación cordial con Marcos, o sea, pensaba que él había sido el culpable de acabar con mi relación con Amber, claramente la vida se encargó de demostrarme que toda la culpa fue mía, por confiar en la persona incorrecta, es cierto eso de que las apariencias engañan, la que decía ser mi mejor amiga terminó clavándome el puñal por la espalda, y al contrario, el que creía mi “enemigo” me hizo abrir los ojos.
 
Como dije exactamente al despedirme de Marcos estoy dispuesta a hacer todo para recuperarla, por nada ni por nadie en el mundo voy a dejar de luchar por la persona culpable de mi sonrisa, la chica de ojos color miel, Amber.

Amber:
 
Digamos que no estoy exactamente deprimida, pero tampoco tenía ganas de salir de fiesta, así que opté por quedarme tranquila en casa, en mi cuarto, debajo de colchas y en frente de un televisor, en otras palabras tarde de pelis, que sería aún mejor si invito a Sofía y Mía, quienes por cierto han adquirido una gran amistad, ¿debería ponerme celosa?
 
Hemos llorado como magdalenas una y otra vez, en serio que a los guionistas de las películas les gusta hacer sufrir a las personas, aunque realmente no es eso lo que me preocupa, sino la rareza que se traen estas dos.
-Y, nos vamos- dicen ambas de la nada, intercambiando miradas.
-¿A dónde?, si ustedes se iban a quedar a dormir aquí- les reprocho.
-Al parque- contesta Mía.
-A mi casa- contesta Sofía.
-¿Se ponen de acuerdo?- pregunto un poco molesta.
-Sí, lo importante es que nos tenemos que ir- dicen y se marchan así sin más, y eso que son mis mejores amigas.

Cinco minutos después de analizar la rareza de ambas y pensando que pudieran estar planeando, sin ningún resultado claramente, tocan el timbre, a lo mejor y se arrepintieron de cambiarme por cualquier cosa que se les haya ocurrido a última hora; pero me  equivoqué porque al abrir la puerta solo había un ramo de doce rosas rojas con una nota: En tu patio a las 8:30, necesitamos hablar, César.

Admito que me esperaba cualquier cosa menos esto, igual cuando leí la nota sentí como si algo en mí volviera a renacer, como si se encendiera la luz que iluminaba todo, que durante este tiempo lejos de él se mantuvo apagada; quizás sea ya hora de aclarar todo, así sea para poner un punto final, como para seguir escribiendo nuestra historia.

César:
  Los nervios me están matando, y es que siento que de esta conversación depende todo, mi alegría, la de ella, mi futuro, y el de ella; es por ello que cuando la vi aparecer en su jardín mi mundo se detuvo y las palabras se trabaron aún más en mi garganta, en serio espero que esto sirva de algo.
-Viniste- afirmo y le brindo un lado de la manta que está tendida en el césped, en conjunto con un jugo exprimido de naranja, que sé que es su favorito.
-No podía seguir huyendo, tarde o temprano teníamos que hablar, y gracias- levanta su jugo y le da un sorbo.
-De nada, ¿y podemos hablar?- pregunto para no incomodarla.
-Para eso vinimos, ¿no?- dice con una sonrisa que me motiva a seguir hablando.
-Perdón, puede que sea un poco tarde y que eso sea tan solo una palabra, pero me arrepiento de lo que hice, de haber creído en ella, sin ni siquiera haberte dejado explicarte, en serio perdón, estaba enfadado y no medí mis palabras- expreso con un nudo en la garganta.
-Perdón también, yo tampoco te dejé explicarte cuando lo de la cafetería, también estaba súper molesta conmigo, me dolió un mundo que desconfiaras de mí, yo sería incapaz de hacerte daño, te amo demasiado para ello. Esa tarde- comienza a explicarme pero la detengo.
-Ya lo sé todo, el motivo por el cual ya no me quiero matar con tu ex es porque antes de irse vino a hablar conmigo y me explicó todo, aunque si te soy sincero creo que no hacía falta; estando lejos de ti me di cuenta de que tú nunca me harías daño porque sufriste lo mismo que yo, y quizás peor, solo que me dejé llevar por el impulso del momento y por mi pasado- digo en alta voz todo lo que he estado pensando estos últimos días.
-Lo dices por lo de Marina, ¿no?- pregunta.
-Sí, quiera o no ella se llevó esa parte de mí que confiaba a ciegas en las personas, perdí mi mejor amigo por ella- le respondo.
-¿Sabes?, esto nunca lo sabré, pero siento que hubiese hecho lo mismo, creerle a uno de mis mejores amigos antes que a ti, siempre he pensado que una amistad verdadera vale más que cualquier cosa- expresa y vuelve a dar otro sorbo a su jugo.
-Sé que no debí desconfiar de ti, y quiero que sepas que ya no le hablo a Jimena, y en cuanto todos se enteraron de lo que nos hizo la expulsaron del grupo por así decirlo, perdón en serio por no haberte creído, no sé qué hacer, solo sé que quiero estar contigo- me sincero ante ella.
-Te perdono, mi vida ahora sin ti no sería lo mismo, sí me dolió que no confiaras en mí, pero te entiendo, tenías tus motivos, y si te sirve de algo solo sé que quiero estar contigo- dice nerviosa tirando el resto de su jugo en mi camisa, lo que me hace reír.
-¿Me das una segunda oportunidad para demostrarte que te amo más que a nada?- pregunto esperanzado.
-Sí, y perdón por lo del jugo- comenta riéndose.
-Te perdono si me besas si no no- digo juguetón.
-Cuantos besos quieras- y esto es más que suficientes para juntar nuestros labios y sentir esa electricidad que siempre me produjo besarla, incluso desde la primera vez; y hoy lo digo en voz alta, si hay algo de lo que no me arrepiento es de haberla conocido, porque ella fue mi luz al final del túnel.

Segundas Oportunidades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora