Capítulo 3.

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Amber:

Desde la muerte de la abuela han pasado ya tres semanas en las que todos han vuelto a la rutina diaria, pero yo ni siquiera he salido de mi cuarto, y es que por más que trato de enfrentar lo que me está sucediendo, menos consigo hacerlo, lo único que no he dejado de hacer ha sido llorar.
-  Amber, tienes que comer, apenas pruebas un bocado, sé que es difícil pero este no es el fin del mundo, estoy preocupada por ti mi niña, habla conmigo y dime qué te pasa, pero no me dejes así- expresa mi mamá desde la puerta de la habitación, que está cerrada con llave.
-Mamá no te preocupes estoy bien, dentro de un rato bajo y como algo, te lo prometo- le contesto desde mi cama, que ha sido mi mejor amiga durante estos últimos días, además de los pañuelos.
-Eso espero- y su respuesta me sorprende demasiado, y es que creí que seguiría insistiendo, pero por lo que veo me equivoqué, cosa que es lo único que hago bien últimamente.
En mi vida he roto una promesa, y esta vez no va a ser la ocasión, así que cuando me encuentro más o menos presentable bajo hacia la cocina por un poco de comida, solo que no esperaba para nada encontrarme con una reunión familiar, y con esto me refiero a ver que mi padre, mi madre, y mi primo están en la mesa, y por sus caras presiento que traman algo, y mi intuición para variar, no falló.
-Es una gran idea Amber, mira, lo que queda de vacaciones es cuando más es una semana, diviértete por favor. Siempre te ha gustado eso de las casas en la playa, y vas a estar con tu primo y su grupo de amigos. ¿entonces?- esa frase de “grupo de amigos” me llama muchísimo la atención, y es que es cierto que son varios, varios que no conozco, y que en mi opinión, como son populares van a ser totalmente superficiales, tipo de persona que aborrezco; así que las posibilidades de que vaya a ese viaje son nulas, y nada me va a hacer cambiar de idea.

Aún me pregunto de qué forma ahora voy en camino a una maldita casa en la playa mi último fin de semana de vacaciones, o sea, cómo me dejé convencer para justo en este momento estar rodeada de personas que en su mayoría son desconocidas, excepto por mi primo Javier, César, con quien no he hablado más luego de ese mensaje, Sheila, una antigua vecina y dos personas más, ¿cómo vamos a lograr acomodarnos 15 personas en una sola casa?

Guao, esa fue la única palabra que salió de mi boca cuando mis ojos presenciaron el lugar que vendría siendo mi hogar estos próximos tres días. La casa cuenta con cinco cuartos, cada uno con baño privado, cocina, comedor, sala, saleta, patio, y lo mejor de todo, piscina, me atrevo a decir que más que una casa esto es un palacio. Por cada cuarto están tres personas, y agradezco eternamente que mis dos compañeras sean Sheila, y Sofía, quien me pareció por encima de todos alguien sencilla, y muy simpática.

Luego de un breve almuerzo, si es que así se le llama a la pizza y a la Coca-Cola pasamos la tarde acomodando nuestras cosas y dejando claro varias reglas, y acordando quien cocinaría, ahora que lo pienso, quizás el hecho de venir no resulte ser tan mala idea al final, o eso creía hasta que supe que la encargada de alimentar esta noche a semejante grupo de trogloditas era yo, sí Amber Smith, la peor cocinera del mundo mundial, en tanto mis queridos compañeros se vayan a la playa, creí que todos teníamos los mismos derechos.

César:
  Su cara en cuanto se da cuenta de que debe cocinar es sin dudar la más graciosa que he visto en mi vida, así que supongo, bueno, estoy totalmente seguro de que no sabe siquiera freír un huevo.
-¿Por qué tienes esa cara?, o sea, creo que ya sé el motivo, pero me encantaría escucharlo de tu boca- le comento y me sirvo un poco de agua.
-Ok, el caso es que lo único que sé hacer en la cocina es un omelet, y creo que eso es parte del desayuno, y no de una cena- contesta sonriendo, cosa que me alegra, pues según Javier su estado de ánimo últimamente estaba por el piso.
-Tonta no importa, mira, te propongo algo: yo te ayudo a cocinar, y tú luego me ayudas a fregar, ¿trato?- pregunto extendiéndole mi mano.
-Eso no se llama ayuda, es algo así como que chantaje, pero igual acepto-  dice y corresponde mi anterior gesto.
-Ves, todo tiene solución pequeña, solo se necesita paciencia- y toco su frente con un dedo, e inesperadamente ese toque provoca una reacción un poco rara en mí.

Después de todo la tarde no fue para nada desastrosa, pues con ayuda de César logré hacer una comida que se puede probar sin vomitar, unos espaguetis, lo que para mí es un gran progreso, así que justo ahora me dispongo a fregar como parte del trato, como dije nunca antes he incumplido con mi palabra, y nunca lo voy a hacer.
-Muy rica la comida, creo que puedes ser la cocinera oficial de estas vacaciones- expresa César una vez que comenzamos con nuestra labor.
-Jaja, muy gracioso, en todo caso el cocinero serías tú- le halago con una reverencia.
-Y tú mi ayudante preferida- me contesta inmediatamente.
-Gracias, hacía rato que no me divertía así- le agradezco, y por un momento recurre a mi mente todo lo que ha  pasado estas últimas semanas, pero logro evadirlo.
-Recién comienza la diversión pequeña- y esas palabras fueron más que suficientes para empezar una guerra de espuma, dejándome toda empapada, pero con la labor terminada.
 
Como estoy totalmente empapada, antes de dirigirme a la sala para reunirme con los demás decido cambiar mi atuendo por un simple camisón blanco un poco más arriba de las rodillas, y durante ese proceso mantengo una amena conversación con Sofía, que cada minuto me agrada más y más.

-Por fin, las estábamos esperando- nos dice Sheila en cuanto entramos en la sala.
- Pues aquí nos tienes- respondo tomando asiento en el círculo que tienen formado los demás, específicamente al lado de César y Javier.
-Sabes que somos un gran grupo de amigos, y hemos decidido unirte a nuestro grupo, claro que si aceptas- me comenta Sheila, quien parece la generala del grupo.
-Obvio que sí- acepto sin ni siquiera pensarlo.
-Bueno, ahora como es costumbre comienza nuestro juego preferido, Verdad o Reto, las reglas son simples, a quien le apunte el pico de la botella será quien imponga el reto o la pregunta a quien quiera, y hay que hacer todos los retos. Dicho todo, comenzamos- y exactamente una vez dicha las reglas comienza el juego, juego en el que espero que no me toque participar.

Hasta el momento mis ruegos fueron escuchados, pues llevábamos casi una hora jugando y no me había tocado hacer absolutamente nada, solo reír, y sí hasta el momento, pues justo ahora estoy 100% segura de que Sheila va a preguntarme algo, y pum no me equivoqué.
-De este círculo ¿qué chico ves más lindo?, y ¿qué chica te cae mal?
-Emmm, la chica con la que no he simpatizado nada sería Jimena, y el chico al que veo más lindo es César- contesto medio que insegura, pero totalmente con la verdad.
-Era obvio, para todos está más que claro que entre César y tú hay bastante química- interrumpe Sofía, pero le lanzo una mirada fría y cierra la boca.

El juego continúa entre risas y estupideces sin sentido, y creí que no tendría que participar más, hasta que oigo el nombre de César, y no sé por qué reacciono, pero lo hago.
-Bueno César, elegiste reto, así que te reto a qué digas la chica que te parece más sexy, y le des un beso apasionado, así de simple- dice mi primo Javier con toda naturalidad.

César:
Se supone que en este juego lo importante es que lo que hagas sea sincero, así que sin más me paro del suelo y me sitúo frente a Amber, haciendo que se pare y quede tan solo a centímetros de mí.
-La chica que me parece más sexy entre todas justo ahora es Amber- y luego de estas palabras con un poco de temor a cómo pueda reaccionar me acerco a sus labios y la beso apasionadamente, y aunque en un principio no me correspondió el beso, solo pasan unos minutos para que ella se entregue completamente, lo cual hace que mi cuerpo sienta la misma electricidad que nunca más había sentido, la electricidad que solo había sentido con Marina, cosa que creí que nunca más volvería a suceder.

Segundas Oportunidades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora