It's your fault! ➣ yuwin

10

-¿Qué queréis comer?

-Un elefante, me muero de hambre.

-Pues lo pagas tú.

-A mí me apetece pizza. - Jungwoo y Yuta observaron a Winwin - ¿A vosotros?

-Perfecto. - respondió Jungwoo.

-Pues voy a pedirla. - el japonés se levantó del sofá y fue a buscar el teléfono.

La tensión se palpó en el instante en que Yuta abandonó la sala.

-¿Qué... estaba pasando? - el moreno observó a su mayor esperando una respuesta que tuviera sentido en aquella situación.

-Ah... - dudó unos momentos. Si dijera algo como que se iban a besar sería demasiado incómodo y... prefería no imaginar su reacción si aquello sucedía. Optó por la respuesta más rápida y creíble - tenía algo en el ojo y me lo estaba quitando. - tal vez no fuera bueno en algunos aspectos, pero sabía mentir perfectamente. Una mentira rápida y escurridiza que sería olvidada al poco tiempo.

Winwin intentó parecer seguro, como si lo que acabara de decir fuese completamente verdad. Si se expandían rumores extraños sobre ellos estaba seguro de que el estado de ánimo de su hyung sería terrible.

-Ah... vale. - el chico Snoopy bostezó y fingió una sonrisa. - Pensé cosas raras. - ambos rieron falsamente sin darse cuenta de ello. El menor sabía que algo raro había entre ellos, pero decidió no entrometerse. En el fondo, tenía miedo de saber la verdad.

-Al final pedí tacos. - Yuta entró tranquilamente en la sala encontrándose con dos silenciosos y serios jóvenes.

-¿Por qué? ¡Yo quería pizza hyung! - Sicheng se levantó decepcionado. Él quería pizza y así debía ser.

-Era broma, era broma. - alzó las manos. Sicheng suspiró y se dio la vuelta para volver a sentarse.
Tenia la extraña necesidad de que el mayor pasara el brazo por su hombro y acercara su cabeza a la suya para frotar su cabello contra su frente. Aquel acto cariñoso le gustaba, pero era un secreto que no le había contado ni al mismo Yuta.

"Acércate, por favor." Ni siquiera se reconocía con aquellos pensamientos, pero no le importó. Nadie lo sabría.
Yuta pasó a su lado sin siquiera mirarle a la cara. Observó su perfil mientras se sentó en el sofá y sacaba su móvil.

Sicheng no lo entendía. Hace unos momentos parecía que se le iba a salir el corazón y ahora sentía un vacío en el pecho.

¿Era aquello culpa de Yuta?

Por otra parte, el que rondaba por la mente del chino, fingía estar tranquilo cuando, en realidad, quería arrancarle la ropa al rubio que tenía los ojos clavados en él.