Capítulo 3

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Aurora

Es una decepción despertar y encontrar a Kamel durmiendo a mi lado todavía. Lo miro por una eternidad, en algún momento de la noche lo he rodeado con mis extremidades. El calor de su cuerpo me sofoca y abro los ojos alejándome lentamente.

Observo su rostro sereno, su pecho ancho, su cabello rubio... extraño sus ojos violetas. Aquellos ojos que me miraban con adoración.

—¿Cuándo volverás a mi lado? —le digo, el permanece inconsciente —. Te necesito, Kam.

Es la primera vez que se lo digo, no sé si puede escucharme, pero quiero que lo sepa. Hablarle y creer que él me escucha me da esperanzas y fuerzas para no rendirme.

Me dirijo al baño que hay en la habitación, el único signo de modernidad en toda la escuela. Sé que es un edificio antiguo, con miles de años de antigüedad, pero ¿Qué les cuesta un poco más de tecnología, la ciudad de Angelorum la tiene?

Por lo que mi madre me ha explicado, muchos nephilim son muy viejo y odian los avances tecnológicos humanos. Solo fue hace un par de años en que se les permitió a los jóvenes portar celulares en la escuela. Yo, por mi parte, aun no veo la urgencia de conseguir uno nuevo.

Me tomo una ducha larga, dejando la mente en blanco por primera vez en varios días. Al salir, me visto con uno de los pocos vestidos que he traído y unas sandalias bajas. En medio del desierto, hay que decirles adiós a las botas, por mucho que me duela.

Al salir veo que alguien ha entrado a la habitación con una bandeja de comida. Paris.

—¿Cómo no te das cuenta que estamos en una academia en medio del desierto? —me pregunta. Enarco una ceja.

—¿y...? —digo extendiendo la palabra. Ella rueda los ojos.

—si usas solo vestidos, te quemaras la piel.

—mi piel estará muy bien —frunzo el ceño.

Tomo el vaso de jugo de naranja que ha traído. Hago una mueca y ejerzo presión al vaso. De inmediato el líquido se enfría, provocando que el vaso transpire. Sonrío satisfecha.

—eso te hace una presumida —Paris frunce el ceño —. Odio a las presumidas.

—estas celosa —me encojo de hombros —¿a qué has venido?

—Kota me ha informado su plan y quiero saber algo

—¿Qué cosa?

—¿te has vuelto loca o desarrollaste un instinto suicida como los humanos?

La observo detenidamente, esperando que me diga que es una broma. Ella no dice nada, me mira impasible esperando una respuesta. Tomo un sorbo de jugo y suspiro antes de responder con toda la calme del mundo.

—a pesar de todas las opiniones que tengo sobre Kota —digo —, sé que él quiere a mi hermana, le tiene un aprecio que ella corresponde. No soy tonta, es una misión peligrosa. Sin embargo, Kalliope es mi hermana, ella me salvo la vida una vez y yo debo hacerlo ahora por ella.

—¿de dónde sale eso? —se cruza de brazos —. No pensé que te importara tanto una niña que no conoces. Además, siempre has sido un poco egoísta. Admítelo.

Si, lo admito. Hubo un tiempo en que e compadecía de mi misma y lloraba victimizándome ante todos.

Pero las personas cambian, Kalliope ha cambiado mi manera de pensar. Ella, con su inocencia y valentía me enseño que, a pesar de todo, mi sufrimiento es poco.

Recuerdo la primera vez que nos conectamos, que intercambiamos nuestras almas por medio del vínculo de gemelas que nos une. Las cosas que vi... su mente estaba llena de recuerdos tormentosos que no le desearía ni a mi peor enemigo.

Elegida de los cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora