Kalliope
La mansión esta sumergida en un silencio sepulcral, todos los muebles y decoraciones han desaparecido. Mis pasos en el pasillo generan eco, el lugar esta impecablemente vacío.
No pudieron haberse ido sin su nuevo aliado, aunque debo admitir que el panorama no es alentador. No hay señal de Gustav o sus aliados, el lugar parece haber sido abandonado. Un escalofrío recorre mi espalda mientras mis latidos comienzan a ir cada vez más rápido.
Estoy alerta a cualquier indicio de movimiento o ruido que me indique que no estoy sola en este lugar. Dakor no me sigue en mi paseo por la casa.
Al llegar al vestíbulo me detengo. No hay nada aquí tampoco, solo el polvo en el suelo y el candelabro en el techo. Al escuchar un ruido de pasos yergo la espalda, vuelvo sobre mis pasos y me quedo en el pasillo mirando la habitación.
Desde el otro lado de la habitación aparece Gustav. Camina con cautela por la habitación, como si estuviera buscando algo. lleva una espada en la mano y una mochila descansa junto a la puerta de la casa.
Salgo de mi escondite y camino tranquilamente hacia mi víctima. El nota mi presencia y sonríe al verme, parece aliviado con mi presencia. Comienzo a enumerar os movimiento que deberé llevar a cabo, su evidente alegría es una ventaja, puesto que no está preparado para un ataque hacia mí. Él está armado por lo que primero deberé obligarlo a pelear de igual a igual conmigo.
—Kalliope —murmura extendiendo la mano opuesta a la de la espada hacia mi —. Temí que estuvieras muerta
Contengo el aliento ante sus palabras, me hiela la sangre de rabia ante su indiferencia. Es por su culpa que estoy aquí. Gustav puede sorprenderme incluso ahora con sus actitudes.
Tomo la mano que me tiende y un rápido movimiento que Kota me enseño lo desarmo. Descargo un rayo de mi poder en su mano provocando un grito de dolor de su parte.
La espada cae al suelo con un pequeño sonido y Gustav salta hacia atrás. Al recuperarse del impacto me mira sorprendido.
—Kalliope...
Vuelvo a descargar un rayo en contra de Gustav. El tiembla apretando los dientes mientras electrocuto sus huesos, cae al suelo como un peso muerto.
Levanto la espada en mi mano y avanzo lentamente hacia mi enemigo. Sus ojos me miran con temor, por primera vez veo que tiene miedo de mí y eso, por alguna razón me complace. He estado tanto tiempo a su merced que el cambio de roles es casi placentero.
Invoco en mi mente cada parte del entrenamiento que he tenido durante mi estancia en Sartha, la imagen de mi hermana viniendo hacia mí es lo que me impulsa a seguir adelante con esto. No importa lo que pase después, solo debo acabar con esto de inmediato, antes que sea demasiado tarde.
El aliado que Gus ha traído desde la muerte no debe ser el único, pero devolverlos a donde vinieron no será un problema tan grande como el que venga todo el poder el infierno a esta tierra santa.
Proteger, servir, ese es mi deber como miembro de la Orden de Miguel, y es justo lo que haré ahora, aunque me cueste la vida.
Levanto la espada sobre mi cabeza y la bajo con toda mis fuerzas hacia Gustav. Este rueda en el suelo y se pone pie rápidamente. Voy tras el blandiendo la espada con agilidad mientras el gira y se retuerce a mi alrededor para evitar mis ataques.
—Kalliope, debes escucharme...
—ya he oído suficiente —le digo dando un golpe hacia arriba. Él toma la hoja de la espada con la mano desnuda, una gota de sangre cae al suelo desde su mano —¿de verdad creíste que iría contigo tan fácilmente?
ESTÁS LEYENDO
Elegida de los cielos
FantasyKalliope y Aurora han aprendido una importante lección, sin embargo, la guerra se avecina y el peligro está más cerca de lo que creen. Aurora deberá creer en si misma para salvar a su hermana. Kalliope necesitará darse cuenta de sus capacidades para...