Capítulo 8

21 5 1
                                    


Kalliope

Me toma cinco días recuperarme completamente. Cada hora que paso en la cama, temo la visita de Gustav nuevamente. A penas me levanto por primera vez exijo que me preparen un baño, las brujas intentan reírse de mí, solo a gritos comprenden que no aceptare replicas.
Me refriego con fuerza para quitarme su olor y esa sensación de suciedad que llevo cinco días soportando.

—¿Dónde está Banyan? —pregunto a la bruja que me tiende la bata de baño.

—no…

—¿quieres que le diga a rey que no me has satisfecho? —digo mirándola con una expresión poco propia de mí.

He descubierto que las brujas temen a Gustav, la sola mención de él provoca su docilidad inmediata. Tomo esto como un arma para sobrevivir a este lugar hasta que se me ocurra la mejor manera de escapar junto a mi ángel guardián.

Lo que paso la otra noche fue la gota que colmo el vaso, pero lo agradezco,  pues me permitió ver cuáles son mis verdaderas prioridades. Soy una sobreviviente, debo hacer honor a mi reputación.

—en la jaula —responde la bruja ganándose la mirada reprobatoria de su compañera. Las miro con recelo.

—¿el rey sabe que estoy despierta?

—se le ha informado apenas

Eso quiere decir no tardara en llegar, por eso la prisa por ayudarme a vestirme.
Intento no caer en una crisis de pánico por las posibilidades inminentes que se me presentan. Ordeno mis ideas.

Debo hallar a Banyan y encontrar la oportunidad de salir de aquí, no puedo confiar en un rescate, cualquier error puede costar muy caro. Necesito rememorar todo lo que he aprendido hasta ahora.

Las brujas me ayudan a ponerme un vestido ligero color blanco, me sorprendo al ver que no es corto o provocativo.  Frunzo el ceño, pensando en a extraña reacción de Gustav cuando me vio llorar, nunca se había alejado tan rápido de mi.

Me quedo sola en medio de la habitación, aún no tengo permiso para salir con libertad de mi encarcelamiento. Me planteo el objetivo de cambiar aquella situación.

Gustav no tarda en llegar,  aunque es mas del tiempo que esperaba que demoraría. Lleva unos pantalones oscuros y una camiseta azul claro, sus botas habituales resuenan en el piso. No se acerca a mi, mantiene su distancia, observándome desde la puerta.

—estas hermosa —dice. Yo solo lo miro desde mi lugar —. Eres muy fuerte, muy pocos resistirían algo como lo que te ha sucedido a ti —suspira ante mi persistente silencio —. Podrás ver a Banyan cuando se recupere. Acaba de despertar, no es bueno importunarlo.

No se acerca en ningún  momento, parece tener miedo de alejarse de la puerta, nunca lo había visto tan… vulnerable. Impresionante.

Vuelve a suspirar,  me doy cuenta que no sabe que decir. Si no lo conociera bien, diría que esta avergonzado, sin embargo yo se que eso es imposible. Vuelvo a compararlo con Kota, ¿Qué los hace tan diferentes? ¿Por qué actúan tan distinto si por sus venas corre la misma sangre? La respuesta es obvia, pero en mi mente no hay una respuesta lógica, estoy demasiado ocupada deduciendo lo que va a decir a continuación.

—quiero que te quedes

Sus palabras me sorprenden, pero soy cuidadosa para evitar que se note en mi expresión.

—¿tengo opción? —digo

—tu voluntad es importante para mi

—la otra noche no pensabas lo mismo

—eso no es verdad —dice a la defensiva.  Lo miro fijamente.

—no mientas, puedo perdonarte cualquier cosa, pero las mentiras nunca.

—¿eso se aplica solo a mi?

Elegida de los cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora