Capítulo 17

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Aurora

Kota está tendido en el suelo de lo que parece ser el vestíbulo de una casa. Un charco de sangre lo rodea y una espada sobresale de su pecho. Lucha por respirar y mantenerse con vida. En un rincón se extingue una luz lentamente.

Kamel corre hacia el otro lado de la habitación mientras los demás vamos directo hacia Kota. Mérida y yo somos las primeras en llegar.

—hay que sacar la espada —dice Mérida

—se desangrará —digo

—ya ha perdido suficiente sangre...

Tomo las provisiones medicas que se han empacado y le doy a Mérida todo lo necesario para intentar detener la hemorragia. No hay tiempo para explicaciones, debemos actuar rápido si queremos salvar la vida de Kota.

Paris llega y comienza a romper la ropa alrededor de la espada. Kota no se queja, está demasiado ocupado en intentar aferrarse a la vida. El me mira a los ojos y se por la mirada que me brinda que sabe que está a punto de morir.

Mérida intenta sacar la espada de su pecho sin causar más daño. Calix llega a nuestro lado con la expresión sombría y arranca el arma en un movimiento limpio. La sangre empieza a manar de la herida con mayor fuerza, una muy mala señal.

—debes ayudarme a sanarte —le dice Mérida a Kota imponiendo sus manos en la herida —. Fue una herida de muerte.

No necesita decirlo, solo hay que ver el enorme agujero que hay en su pecho. Ella comienza a utilizar su magia lo más rápido posible.

—Aurora —murmura —, intenta mantenerlo frio, ayudará con la hemorragia.

Pongo mis manos junto a las de ella y hago fluir mi energía lentamente. Kota se estremece, pero la sangre deja de fluir con tanta rapidez.

—si perforo el corazón... —murmura Kamel junto a mí.

—¡no hay tiempo para eso! —exclama Mérida.

La herida comienza a cerrarse, pero no es suficiente. Poco a poco Kota se acerca a la muerte, está luchando, pero eso no es suficiente. Si la espada perforo el corazón será su fin.

—quédate conmigo, Kota —murmuro mientras mantengo baja su temperatura corporal —. Hazlo por Kalliope. Te necesita.

Una lagrima rueda por mi mejilla. Kota va perdiendo cada vez más las fuerzas. Miro a Kamel quien está sumido en sus pensamientos.

—no puede morir —le digo con un sollozo. Kam me mira —, no así.

El ángel caído me observa por un segundo que parece eterno, luego se gira, toma la espada y corta la palma de su mano. Una gota de sangre dorada emana de su herida y la coloca sobre Kota, justo donde la espada lo ha atravesado.

—esto es lo único que puedo hacer por ti —murmura a Kota —. Es lo último que me queda.

—¿Qué cosa? —digo

La gota de sangre cae en Kota y una luz muy blanca, pura y limpia emana del ángel caído. Todos nos alejamos ante lo que sucede. Ninguno de nosotros parece comprender que sucede, solo nos limitamos a observar como el cuerpo de Kota parece absorber la luz de Kamel.

Luego de un momento el brillo desaparece completamente y con él la herida de Kota. El ángel caído se pone de pie justo cuando me acerco a él.

—¿Qué ha pasado? —le pregunto a Kamel

—está vivo, pero inconsciente —afirma Mérida revisando a Kota.

Calix se acerca a nosotros y coloca una mochila debajo de la cabeza de Kota, le quita el cuchillo que trae y busca una manta para colocarle encima.

Elegida de los cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora