❝cheta❞

cinco

Isabella.

— ¿y te dejó ahí?— preguntó Camila.

asentí.

estábamos saliendo de la fiesta, ya que se había puesto bastante jodida.

empezó a parecer gente que nada que ver a nuestra clase social.

— bueno, ¿estás segura de que te querés ir sola?— preguntó Camila parándose en el portón de su casa.

— Si, son dos cuadras nomás.— reí.

— Bueno, cuídate.— abrió el portón y entró.

seguí caminando y el viento chocaba haciendo que me estremezca.

las luces de la cuadra, casi ni alumbraban.

bajé hacia la calle y apuré el paso.

sentía pasos detrás mío, traté de no alarmarme, puede que sea gente del barrio que esté volviendo a su casa.

— Si te quedas calladita, no te va pasar nada.— un brazo pasó por mí Cuello, mientras sus labios estaban pegados a mí oído, sentía una puntada en la espalda, dando a entender que tenía un arma.— ni se te ocurra mirarme.

lágrimas empezaron a salir de mis ojos, sentía terror.

Grité, pero su mano hizo que me calle.

— gritas de vuelta y sos boleta.— aclaró cada palabra.

intenté safarme de su agarre, pero fue en vano.

— Soltala.— miré hacia delante y Nacho sostenía un arma, con su mirada fija encima de mis hombros.

— o sinó ¿qué?— preguntó el delincuente.

— conozco a toda tu familia, con eso entendiste todo.— habló sin bajar el arma.

el delincuente sacó su brazo y me empujó contra Nacho.

— ésto no va a quedar así, Ecko.— dijo y desapareció entre la oscuridad.

— Gracias.— dije mirando a Nacho.

— de nada, hoy en día es imposible caminar por las calles a altas horas.— se encogió de hombros.

la temperatura bajó aún más y me abracé a mí misma.

Nacho se sacó su campera y la colocó sobre mis hombros.

— te acompaño hasta tu casa.— asentí y empezamos a caminar.

después de unos minutos llegamos a mí casa, le quize devolver su campera y negó.

— Tenela vos, así busco una excusa para verte.— sonrió.

besé mejilla y entré a mí casa.

uno de clase baja me ayudó, seguro me va a pedir algo a cambio, y estoy segura de que no va a ser nada bueno.

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