dos

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isabella.

después de unas larguísimas horas, casi veinte, contando las veces que paramos para comer y cargar combustible.

llegamos a la casa de camila, ella me había contado que sus papás se habían mudado y ella decidió quedarse.

—¡te extrañé muchísimo!— exclamé mientras abrazaba a mi mejor amiga.

— yo también. — escuché como sollozó, haciendo que broten lágrimas de mis ojos.

—hola, no estoy pintado.—habló ian mientras tocaba la puerta.

— ah, cami, el es Ian.— los presenté.

después de unas horas, ya nos habíamos acomodado bien, camila se queda en la habitación que era de sus papás y ian y yo en la de ella.

— ¿qué onda vos?— pregunté mientras me hacia un té. — ¿seguís con iacho?

camila asintió.

— si, ahora igual anda bastante distanciado, le pregunté porqué, pero me dijo que era por mi bien. — se encogió de hombros. — a Ignacio lo veo igual de extraño que él.

—¿cómo está?—pregunté.

— al otro día, del que te fuiste, el estaba muy mal, me pregunto por qué no había nadie en tu casa.... y le tuve que decir todo.— contó y cerré mis ojos.— me dijo que se sentía culpable. Pero después pareció olvidarse, ya que después de una semana venía con una chica distinta cada día.

—creo que no era necesario contarle eso.— opinó ian. —digo, estamos acá porque ella quiere volver con Ignacio. Y yo porque soy una loba dentro del closet esperando salir a cazar. — las dos soltamos una carcajada.

—¿salimos?— preguntó camila— extraba salir con vos. — me miró nostálgica.

— milipili moments— susurró ian.

(...)

camila compró por quinta vez un vestido y salimos del local, por nuestro lado, ian y yo, no queremos gastar demasiado, ya que por ahora no tenemos donde caernos muertos.

— tengo hambre.— repitió por décima vez ian.— ¿podemos ir a comer? si paga camila, mejor.

— bueno, vamos. Conozco un restaurante muy bueno por acá cerca.— dijo cami.

comenzamos a caminar, saliendo del shopping, y recordé la vez que nos perdimos, y fuimos a un bar, la vez que le pegué una cachetada a un chico, la vez que tuve mi primera vez con ignacio.

— allá es.— apuntó. — ¿viste que casualidad?— me miró. — justo al lado del bar del cual me puse en pedo y me cogí a iacho en el baño del mismo. —sonrió.

— que romántico. — acotó el castaño.

nos sentamos en la parte de afuera del restaurante, ya que el día estaba bastante lindo.

después de que la mesera nos tome el pedido, ian me codeó.

—¿qué?— lo miré.

—por casualidad, ese hermoso chico... ¿no es ignacio?—apuntó hacia el bar de al lado.

y si, era Ignacio, con khea, y dos hombres más, el tenía el seño fruncido y khea parecía nervioso.

Ignacio asentía, no muy convencido, después de unos segundos, se saludaron con los hombres,

— que extraño todo...— camila volvió su vista hacia nosotros.

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