❝cheta❞

cinco

—ignacio me dijo que me aleje de él. — terminé de contarle todo a ian y lo miré.

—¿qué vas a hacer?— preguntó.

— es muy obvio que no le voy a hacer caso.— suspiré. — él lo sabe muy bien.

—cambiando de tema...¿crees que tus papás hagan la denuncia de que le falta el auto, y su hija?—preguntó.

— no creo, mi papás ya deben saber de que fuimos nosotros.—me encogí de hombros. — estoy segura de que primero van a terminar su trabajo y después, me van a buscar, así que tengo bastante tiempo.

— por un lado no quiero que vengan mis papás, digo, porque la estoy pasando bien a pesar de todo.— me miró. — pero por otro quiero que vengan, quiero ver sus caras al decirle que soy gay.

— yo también los quiero ver.—reí.

—¡llegó la pizza!— camila entró a la casa con una caja en la mano.

—¿otra vez? me va a agarrar diarrea— ian se levantó del sillón y se fue hacia la cocina.

el trajo vasos, yo servilletas y camila las gaseosas.

—¿hablaste con nacho?—preguntó camila. asentí.

— resumiendo todo, le dijo que se aleje de él porque se enamoró de mí. —ian se metió un pedazo de porción en la boca.

—¿¡en serio!?— mi mejor amiga abrió sus ojos sorprendida.

—eso último no.— reí. — solo me dijo que estaba todo bien, pero que me aleje de él.

camila hizo una mueca.

después de terminar de cenar, decidimos irnos a acostar.

no podía pegar un ojo, ian roncaba como si no hubiera un mañana y eso no ayudaba mucho.

me levanté y me apoyé en la ventana, que da justo hacia el patio de ignacio.

unos hombres salieron de la misma, seguido del morocho, esto no me daba muy buena espina.

lo bueno de ser muy impulsiva, es cuando me quize dar cuenta, ya estaba montada en la bicicleta de camila, siguiendo al amor de mi vida, y no estaba hablando de Jaime Lorente.

las calles cada vez estaban más oscuras, y eso me asustaba un poco, pero bueno, de algo hay que morir.

dejé la bici en una esquina y volví a seguir a ignacio.

nos adentramos a una especie de fiesta al aire libre, había mucho ruido y mucha gente vestida de como se viste ignacio.

—¿se te perdió algo?— preguntaron. Giré sobre mis talones y vi a una chica, ella al verme alzó una ceja esperando una respuesta.

—si, a ignacio.—hablé. Pero al instante recordé como lo había llamado khea esa vez que entramos a su auto, para ir a una joda. — perdón, a ecko.— corregí.

— aahh, si, vení seguime.— me tomó de la mano y comenzamos a caminar, ahí fue cuando me di cuenta de que esto no era una fiesta, sinó una carrera de autos, probablemente ilegal.— el está allá. Suerte

— espera.— dije y ella me volvió a mirar. — ¿como te llamas?

— Aurora.— me sonrió por última vez y se fue lejos de mi campo de vista.

busqué a ignacio con la mirada y ahí lo vi, se notaba nervioso. Sin dudarlo me acerqué a él y cuando me vió, noté que se puso aún más nervioso.

— ¿no te había dicho que te alejes de mi?—preguntó.

— no lo voy a hacer.—me crucé de brazos.— ¿qué es todo esto, nacho?