tres

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estábamos en la puerta del restaurante, esperando a que camila salga del baño.

—¿que te pasa que estás tan perdida?— preguntó ian, mientras acomodaba mi pelo despeinado.

— estoy preocupada por ignacio— confesé. — tengo miedo de que le pase algo, ¿vos viste lo que eran esos tipos?

— seguramente el sabe lo que hace.— habló. — tranquila eu, hoy descansamos y mañana si querés vas a verlo, ya que lo tenés al lado de la casa de camila.— acarició mi mejilla.

—tenés razón. — hablé. — mañana voy a ir a hablar con el. —ian me sonrió.

estiró sus brazos esperando a que lo abrace y acepté gustosa. Me da tanta paz...

— isabella.— me llamó camila.

la miré.

— ignacio te vió.— dijo.— no parecía muy contento al verte abrazada con él.

(...)

terminé de lavar los platos y me senté en el sillón.

— isa, corazón, hermosa.— me llamó ian.

— ¿que me vas a pedir?—hablé.

—saca la basura.— dejó dos bolsas de residuo grandes en el piso.

suspiré y me levante, para después agarrarlas y salir por la puerta.

las dejé en el piso, al lado de un arbol y me apoyé en este.

vi un auto negro estacionar en la casa de Ignacio, y lo vi bajar, al ver que no estaba acompañado lo llamé.

— nacho.— el se dió la vuelta, mirándome.— tanto tiempo...

— isabella.— habló con la voz fría.

— sé que me viste con Ian, el chico con el que me estaba abrazando.— hablé.

— no me expliques nada.— negó. — tenés derecho a rehacer tu vida, con una persona mejor que yo.

— no Ignacio...—me interrumpió.

— ¿sabes qué? te vi feliz, y me alegró verte así.— trató de sonreírme.— otra cosa... yo sabía que era insuficiente para vos, pero ¿hacía falta irte de esa manera? ¿no merecía una despedida? me dolió. — su voz sonaba cortada.

— yo no quise irme.— expliqué.

— no quiero saber más nada de vos, perdón. — se dió la vuelta y entró a su casa.

yo hice lo mismo, vi a ian sentado en el sillón, me senté al lado de él y lo abracé, para después comenzar a llorar.

Ignacio tenía razón. si la persona de la cual estás enamorado se va sin decirte nada, ¿cómo te lo tomarías?

—no es por chusma, pero... escuché todo.— dejó un beso en mi cabeza.

—¿que hago ian? ayúdame.

— se nota que todavía te quiere, no bajes los brazos.— acarició mi brazo.

es verdad, ignacio todavía me quiere, y no me voy a dar por vencida, ésta vez no.

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