trece

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Isabella.

salí del colegio y comencé a caminar hacia mí casa. No presté atención en ninguna clase, me carcomia la culpa.

¿y si le pido perdón?

suspiré y caminé más rápido, llegué a la esquina, donde era su casa y pasé, ya que el portón estaba abierto.

toqué la puerta y nadie me atendió.

caminé hacia un lado de la casa y me mandé por el pasillo, llegué al patio trasero y la puerta estaba abierta.

entré sin hacer mucho ruido, fue en vano, ya que lo había en la casa.

— ¡ah!— se escuchó un gemido.

abrí mis ojos sorprendida.

me acerqué un poco un más hacia donde provenían eso gemidos y miré; era Ignacio, con su tío, ahre, con una chica rubia, que por lo visto tenía buen cuerpo.

— ¿cuándo lo repetimos bombón?— la rubia terminó de vestirse.

— cuando quieras.— respondió Ignacio.

la puerta de adelante se escuchó cerrarse, volví a mirar y la rubia ya no estaba.

me di la vuelta para irme y una voz de interrumpió.

— ¿que haces acá corazón?— me di la vuelta y estaba Ignacio, que solo tenía puesto un pantalón.

— t-te quería pedir perdón.— hablé.

Ignacio se cruzó de brazos y negó.

— no te perdono, ahora te podes ir.— se acercó a la heladera y sacó una botella de agua.

— ay dale.— me di vuelta y lo miré.— Perdóname.

Ignacio volvió a negar mientras tomaba de su botella.

suspiré.

apoyé mis manos en la mesada y lo miré.

— te podes ir.— me miró también.

negué

— ¿que tengo que hacer para que me perdones?

— ¿Tanto anhelas mí perdón?— rió.

la pregunta de Nacho me desconcertó; ¿tanto quería que me perdone? ¿por qué?

— Si, lo anhelo, ¿por qué?— me senté en la mesada.

— porque no lo vas a conseguir— rió.— el primer No en tu vida.

volvió a tomar de la botella y lo observé.

su Cuello tenía una leve marca, su abdomen aún estaba contraído y su pantalón amagaba en bajarse.

pasé mí lengua por mis labios y volví mí vista hacia su cara.

— ¿no te vas a ir?— abrió la heladera y guardó la botella.

me bajé de la mesada y me acerqué a él; puse mis manos en su pecho mientras no sacaba mí mirada de sus ojos.

el me sonrió de lado; besé sus labios y aproveché para bajar mis manos un poco más llegando hacia el botón de su pantalón.

acaricié su bulto por encima de la tela; un gemido de Ignacio cortó nuestro beso.

besé su mentón y bajé hacia su pecho, dejé un camino de besos desde éste hacia la parte baja de su abdomen.

me arrodillé y me animé a desabrocharle el pantalón; lo bajé junto a su bóxer, dejándome ver su erección.

agarré su pene con mis manos y pasé mí lengua por su glande. Ignacio agarró mí pelo, para que no interrumpa mí trabajo.

lo metí en mí boca, chupándolo, mientras lo masturbaba.

— que linda manera de pedir perdón.— gimió.

llevo una mano hacia mí cabeza y comenzó a acelerar sus movimientos; Ignacio volvió a gemir y sentí un líquido en mí boca.

me paré y Nacho se subió los pantalones.

— me parece que estás perdonada.— rió y me agarró de la cintura.

odio tener que darle la razón a mi papá.

∆∆

gracias por decirme que se llama Glande y no cabeza o punta, ahre.

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