CAPITULO 03

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Un hombre estaba en el baño, un hombre completamente desnudo. Mi cuerpo se petrificó y solté aquel palo de escoba llamando su atención. Él se giro a verme y clavo su mirada en mí.

Mí mirada divagó por su desnudo cuerpo, su marcado torso, sus finas piernas. Su miembro colgaba en el aire. Sentí como mis mejillas comenzaron a arder y por instinto cubrí mi rostro.

— Deberías estar durmiendo — su voz ronca me hizo temblar. Aparte mis manos y lo miré fijamente. Su nariz pequeño, sus labios finos, sus ojos a raya... Ese rostro se me hacia familiar.

— ¿Que haces en mí casa? Llamaré a la policía — me incliné a tomar el palo nuevamente.

— Soy tu dueño — respondió cortante, se acercó a mí e hizo presión en mí hombro. Mis cuerpo se entumeció y sentí como mis piernas fallaron haciéndome perder el equilibrio. Todo se volvió nubloso y perdí el conocimiento...

Me removí, sentía las suaves sábanas bajo mi cuerpo. Abrí mis ojos y efectivamente estaba en mí cama. Miré a mí alrededor, todo estaba igual que la noche anterior.¿Habia sido un sueño? Pero ese hombre parecía real, su tacto se sintió tan... Tan firme.

— Miauh — el pequeño gatito llamó mi atención, él subió a mí cama y se acurrucó sobre mí pecho. Le di suaves caricias y acto seguido comenzó a ronronear.

Miré el reloj que estaba sobre la mesita de noche, este marcaba las 6 a.m. Faltaban 2 horas para que tuviera que ir al instituto. Aparté mis sábanas y me levanté. Busqué mí uniforme y lo dejé sobre la cama.

— ¿Tienes hambre? — pregunté al gatito que no dejaba de seguirme. Él sólo me miró y se limitó a seguirme.

Mi madre ya se había ido a trabajar y había dejado el desayuno sobre la mesa... Era tan tierna.

Fui al bañó y los recuerdos invadieron mí mente. Por segundos mi mente divagó en los recuerdos, aquel hombre de presencia varonil.  Su cuerpo, su miembro... Sacudí mí cabeza sacando aquella imagen de mi mente. Pero su voz persistía "soy tu dueño" esa ronca y gruesa voz hacia eco en cada rincón de mí mente. Me deshice de mí ropa interior y me metí en la ducha.

Lavé cada rincón de mí cuerpo, cerré mis ojos y eche mi cabeza hacia atrás, dejando que el agua fluya por mí cuerpo.

Sentí como las cortinas del baño se abrieron de par en par dejando ver a aquel hombre. Ese hombre otra vez.

— ¡Ah! — grité asustada. Retrocediendo varios pasos, haciendo que mí espalda se pegará a la pared. Él cubrió mí boca con su mano impidiendome hablar.

Yoongi y tu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora