Capítulo 37

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Megan

Con Nicolás nos sentamos en la sala de espera. Doctores y enfermeras corrían de acá para allá.

Lágrimas caían sin parar. Nicolás estaba pálido, el brillo de sus ojos ya no estaba.
Tome su mano y me recosté en su hombro.
Acto seguido de él, fue darme un beso en mi cabeza

Tal Vez en otras circunstancias, me hubiera sonrojado, pero en esta, solo puedo llorar

Mía con Gustavo entraron a la sala de espera y nos miraron con un poco de esperanza. Pero al ver nuestras caras supieron que no.
Mía se dió vuelta acurrucándose en el pecho de Gustavo y empezó a sollozar. Mientras él le acariciaba el pelo.

Se sentaron y después de un rato vimos a todas las enfermeras salir de la habitación.
Mía se paró y se posiciono en frente de Nicolás.

— Nicolás, yo... Lo sien... —su cara empezó a palidecer— yo... —busco algo, hasta que su mirada cayó en el baño de damas— yo voy a vomitar

Corrió desesperadamente al baño, me levanté y corrí detrás de ella.
Al llegar de arrodilló frente un inodoro y comenzó a vomitar

— ¿Estás bien? —le pregunté.

— Si, debió caerme mal algo.

Me mire en el espejo y pude notar mis ojos hinchados, al igual que mi nariz roja.

Me lave la cara y fuimos con Mía de nuevo al pasillo que conducía a la sala de espera.

— Por cierto. Thomás y Macarena vendrán

— Oww, por favor, dile a Thomas que traiga a Mateo —le dije

— Ok. Me siento mareada

— Deberías ver a un doctor —propuse

— No, siempre me pasa cuando lloro, lo sabes.

Llegamos a la sala de espera y Gustavo estaba hablando con Nicolás. Más bien, ellos se estaban abrazando.

Me volví a sentar entre Nicolás y Gustavo. Entonces mire al segundo...

— Todo estará bien —sus brazos se abrieron para mí. Entonces lo deje abrazarme— Julieta no llora

— Está Julieta, si —dije en sollozos

Después de un rato el doctor salió de la habitación. Lo raro es que se sentó a nuestro lado.
De su boca solo Salieron tres palabras.

— Ella es fuerte.

— ¿De qué habla? —dijo Nicolás parándose.

— Mira, su corazón dejo de latir. Luego de varios intentos, comenzó a funcionar nuevamente

— ¿Podemos verla? —dije rápidamente

— Le acaban de poner anestesia para que descanse un poco. Pero apenas despierte, los dejare verla.

— Está bien —dijo Nicolás. Luego el doctor de retiro para volver a la habitación

— ¡Ella está bien! —le dije con lágrimas de emoción.

¿Vas a llorar por todo?

Ella está bien —dijo más tranquilo. El alivio era obvio en su rostro

No me di cuenta que le estaba sosteniendo por los hombros.
Y el por mis caderas.
Nos abrazamos y al separarnos tuve que quedarme allí, ya que sus brazos no me liberaron, si no que se ajustaron más en un cintura.

No sé si fue por prepotencia, por necesidad o simplemente por costumbre. Pero nos besamos.
El me beso, yo me bese, nos besamos

El tomo suavemente mi labio superior y yo el suyo inferior.
Descargas eléctricas pasaron por mi cuerpo. Mariposas empezaron a volar dentro de mi estómago. Luego de un rato nos separamos por algo llamado "Oxígeno"

Enamorándome de mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora