Capítulo 31

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Megan

Desperté y Vi como dormía tan dulce, vulnerable, tan tierno.
Sus pestañas largas, sus labios entre abiertos, su leve respiración...

Me quedé contemplando su belleza, su delicado perfil. Esa nariz pequeña, esa mandíbula deliniada.

Puedo ver cómo empieza a abrir los ojos

— Buenos Días Dormilón —le dije

— Buenos días Ojitos

Sus ojos Azules se fijan en los míos. ¿Porque es tan lindo? ¿Porque es tan perfecto? ¿Porque me eligió a mi de tantas chicas?
¿Alguna vez sintieron esas mariposas en el estómago? ¿Esa felicidad de solo pensarlo?
Pues eso siento yo, estoy completamente segura de que estoy enamorada de mi vecino.
Amor es lo que siento. No sé qué voy a hacer el día que me falte.

— ¿Dormiste bien? —pregunte

— ¿Es broma? —lo mire ofendida— Dormí genial amor. Ven, bajemos a desayunar.

Mi alivio volvió. Bajamos y hicimos el desayuno.
Al rato llegaron mis papás, empezamos a desayunar los cuatro.
Nicolás me miró con cara de pocos amigos. Entonces le pregunté a mis papás que como les fue en la cabaña que habían alquilado. Y fue cuando Nicolás entendió todo

— Te amo —me dice en un susurro

— ¿Que saben ustedes de amor? Son niños todavía —dice mi padre divertido.

— Yo lo amo —le dije a mi padre

— Si, seguro.

Al rato nos bañamos
¿Es necesario que les diga que nos bañamos juntos?
En fin, al salir fuimos al centro comercial.

— ¿Vamos a tomar un helado? — me preguntó

— Vamos —le dije. Cuando llegamos Vi un asiento— oye, yo te espero afuera, cualquier cosa el sabor que quiero es...

— Chocolate, lo sé —me dió un beso— espérame ahora vengo.

Se adentro a la heladería y una mujer se sentó a mi lado.

— ¿Eres Megan? —me preguntó

— ¿Quien es usted? —le pregunto yo esta vez

Sinceramente no me está dando buena espina

— No deberían estar juntos con Nicolás

Eso me tomo de sorpresa ¿Quien era?

— ¿Me puede decir Quien es?

— Mira niña, te diré algo y más vale que lo hagas. Alejate de él

— No lo haré. Y será mejor que se retire. —dije

— ¡ELISABETH! —grito una voz llamándola. —vámonos

— ¿Elisabeth? —pregunté mirándola— Elisabeth. La madre de Macarena

— has lo que te digo niña— fueron sus últimas palabras antes de irse.

Enamorándome de mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora