Razones

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Desde mi balcón, en mi otro mundo, todo era perfecto. Era un sitio inigualable, hasta que tú llegaste.

El departamento de abajo no era un impedimento para relajarme en el balcón, llevaba meses sin ocuparse y la paz reinaba en el lugar, pero todo cambió aquella tarde de verano, mientras leía una novela de fantasía, apareciste con tus maletas en medio de la calle, eras el nuevo inquilino.

Rebuscaste las llaves entre todas tus cosas y segundos más tarde, te destuviste, te diste cuenta que habías guardado el llavero dentro de la mochila que cargabas en el hombro. Tan torpe, no pude evitar reírme.

Ese día noté que tu cabello café claro estaba un poco largo y los mechones se movían con facilidad ante la brisa calurosa típica de verano.

Miraste hacia arriba esperando encontrar a alguien que pudiera guiarte pero yo retrocedí para que no me notaras. ¿Pensabas que yo iba a ser la chica que te daba la bienvenida?

Nope.

Yo estaba en mi mundo y ahí sabía que nada me haría daño.

Escuché que una mujer, la dueña del edificio para ser precisa, te recibía así que esperé y en cuanto el silencio regresó a mi castillo sobre lo alto, volví a asomar, ya no estabas.

Miré hacia el cielo, parpadeé un par de veces observando a los pájaros agitar sus alas, eché un vistazo hacia abajo y te encontré haciendo lo mismo en el balcón de abajo.

Nuestras miradas se cruzaron, la brisa de verano agitó las ramas de los árboles con fuerza haciendo soltar algunas hojas secas y desde ese instante atravesaste una pared invisible hacia mi mundo.

Tengo razones para amar y odiar aquel día y los que le siguen.

Te diré cuáles son.

P.D. Tal vez encuentres extraño que algunas veces escriba en pasado, otras en presente, no te preocupes, a veces olvido mi diario, a veces no quiero escribir sobre ti, a veces lo único que deseo es escribir, todo depende de cómo me sienta.

Aquel díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora