Apareciste.
Volviste a casa.Me saludaste cuando miré sin querer hacia tu balcón. Estuviste a punto de decirme algo pero una visita inesperada interrumpió lo que sea que estaba por escuchar.
Escuché sollozos de un hombre, la misma voz femenina de días anteriores a tu ausencia. ¿Qué sucedía? No lo sé.
Me debatí entre quedarme en el departamento o correr al tuyo para saber si todo marchaba bien contigo, me decidí por lo primero.
Era terrible tener la eterna lucha en mi interior. El corazón me decía que no perdiera más el tiempo, que aunque fueses un extraño debía preguntar por ti pero mi mente me dictaba que no lo hiciera, no era justo entrometerme en tus asuntos de los cuales yo era ajena.
Como sea, por más que quería no pensar en ti, lo hice.