V

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No quería salir al balcón. Me apenaba saber que el día anterior hablaste de mí con otra persona.

Yo tampoco tenía amigos en el edificio. En mis tres años viviendo ahí nunca me interesó socializar, además cada uno estaba en su propia burbuja como para hacerlo. Pero algo en mí surgió, ¿era culpa?

Abrí las puertas, me recargué en el barandal observando el hermoso verde en el otro lado y...

"Hey, aquí abajo. ¿Te gustan los libros?"

Genial. Lo que temía que pasara se hizo real.

—Hola —respondí un poco nerviosa pero lo disimulaba mejor que nadie.

—¿Te gustan los libros? Estoy vendiendo algunos.

Finalmente miré hacia abajo, eras más apuesto de lo que recordaba. Maldición, lo eras en serio, ¡y me ponías nerviosa!

—Depende. ¿Ficción? ¿Fantasía? ¿Romance? —Le di tres opciones y asintió a todas. Bien, estoy en problemas.

—Por las noche los dejo en tu puerta antes de ir a trabajar. Si te gustan, dejas el dinero debajo de la mía.

—¿Y si no me gustan? —Una sonrisa escapó.

—¿Cómo lo sabrás si no los lees? La sinopsis nunca dice mucho.

Reí. Era cierto.

—Dejaré el dinero debajo de tu puerta.

—Gracias, en verdad. Gracias.

Desapareciste, pero olvidaste algo y te vi una vez más.

—Lyssa.

—Axel.

Volviste a desaparecer con una sonrisa.

¿Desde cuando mi balcón dejó de ser lo que conozco?

Antes de irme a dormir recogí los libros que dejaste en mi puerta envueltos con papel café y una nota encima.

"Me salvaste.
Disfruta la lectura.
—Axel."

Recordé algo en ese instante.
No tenía suficiente dinero.

Aquel díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora