Por la mañana dejé el dinero debajo de tu puerta y luego corrí de vuelta a mi departamento.
¿Te cuento algo? Rompí mi alcancia. No me arrepiento, tenía libros nuevos y sabía que era un tipo de ayuda/salvación para ti. Mi ahorro no pudo haber sido invertido de una mejor manera, me sentía bien y feliz.
No sé qué pasó pero aquella tarde no hiciste ningún ruido y la verdad llegué a preocuparme tanto que miré hacia abajo. Estabas sentado viendo el paisaje con los audífonos puestos. Quizá necesitabas perderte como yo en algunas ocasiones.
Nunca miraste y lo agradezco.
Leí la mitad de uno de los libros, me encantó.De acuerdo, ya tenías algunos puntos buenos por ello.