XVIII

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Cuando desperté a la mañana siguiente, encontré algo que me dejó sin palabras.

En mi balcón había una caja de plástico con un pequeño jarrón de flores moradas. Lo saqué con cuidado y la caja se deslizó hacia abajo.

"¡Buenos días! Estuve trabajando esta mañana en un nuevo invento. Lo llamo carretilla de oro"

Qué idiota.
Eres un caballero, Axel.

"Con esto podremos mandarnos lo que sea sin necesidad de salir del departamento. Mira"

Colocaste un chocolate en barra y tiraste de una cuerda para elevar la caja hacia mi balcón.

¡Mi chocolate favorito!
Fue totalmente mío.

Te agradecí por todo, era evidente que entre los dos había algo más que compañerismo. Éramos como dos extraños enamorados.

Me gustabas.
Más de lo que imaginas.

Aquel díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora