Capítulo 6. Morenazo

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África

- A ver, así no -le explico a Lucas Vázquez, mientras le pido que se coloque para la foto con las nuevas botas-. Hazte un paso hacia adelante, y la pierna izquierda déjala un poco más atrás.

El gallego intenta hacerme caso, pero no hay manera. Algunos de sus compañeros, entre los que se encuentran Isco y Marco, están a un lado del campo observando atentamente la sesión de fotos y no dejan de ponerle nervioso.

- Un pasito pa' adelante, María... -comienza a canturrear Isco, riéndose y provocando la risa de todos los presentes allí-. Un, dos, tres... -continúa la canción mientras se marca un bailecito de lo más gracioso.

Me veo obligada a parar mi trabajo, mirar en dirección a los tres jugadores que observan cómo hago las fotos, y sobre todo miro a Isco. El malagueño tiene arte para todo, oye. Antes de seguir con lo que estaba, observo como Marco se ríe a carcajada limpia ante el espectáculo de su amigo. Aunque Lucas y Borja no se quedan atrás.

- Bueno, fuera bromas -consigo decir, tras varios minutos riendo-. Vamos a seguir.

Intento seguir con la sesión fotográfica. Unas cuatro fotos más, cuando tengo a Ramos saltando sobre mis hombros. ¿Pero se puede saber qué hace?

- ¿A mí cuándo me toca? -pregunta señalando la cámara de fotos-. ¿Estos están haciendo cola? -señala esta vez a sus compañeros allí presentes desde hace un rato-.

- Vamos, Afri... -escucho a Nacho, viniendo por detrás de mí-. Que me quiero ir a casa ya.

Intento poner orden y seguir con mi trabajo. Aunque es prácticamente imposible. Cada cinco minutos me toca parar porque alguno de los jugadores hace algún comentario gracioso, o cualquier cosa del estilo. Pero finalmente consigo acabar con la sesión, sana y satisfecha.

- Fotógrafa -escucho que me llaman, mientras camino hacia fuera de las instalaciones deportivas-, ¿te llevo?

Voy a contestarle a Isco, cuando se me adelantan.

- No. Viene conmigo, ¿verdad? -esta vez es Marco el que responde por mí-. Tenemos que revisar unas cosas de la web esta tarde -y ante la mirada de su compañero, pasa su brazo por mis hombros, acercándome a él-.

¿Qué está haciendo el mallorquín? Bonita mentira le acaba de soltar a Isco, con tal de llevarme él a casa. Sin embargo, prefiero no decir nada y evitar mal entendidos. Así que acabo subiendo al coche de Marco, y dejándome convencer.

- Bueno, ¿adónde te llevo hoy? -pregunta, pendiente de la carretera y poniendo música en el reproductor-. ¿A la oficina? -yo asiento y él también, como felicitándose por acertar mi destino-. ¿No dices nada?

Rompo mi silencio y le miro:

- ¿Qué quieres que te diga? -le contesto mientras veo que sonríe-. ¿Se puede saber qué te hace tanta gracia?

- Conmigo siempre estás a la defensiva. ¿Te has dado cuenta? -me mira un instante, para la música de Juan Magan que suena ahora mismo en la radio y continúa hablándome serio-: ¿Tienes algún problema conmigo? Con muchos del resto de jugadores tiene mucha más confianza que conmigo.

- Tengo la misma que contigo. Marco, no sé que estás diciendo -le respondo, sin saber porqué me reprocha lo anterior-. Demasiada tengo con vosotros, demasiada.

- Entonces, ¿no tienes ningún problema? -niego otra vez con la cabeza y el me mira otra vez. Intento esquivar su mirada acercándome al reproductor de música e intentando encenderlo, pero me detiene-. ¿Segura?

Quiero que vuelvas | Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora