Capítulo 16. Gracias

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África

Un ruido inesperado hace que me despierte. Y muy a mi pesar, me veo obligada a abrir los ojos. Una sonrisa sale de mi boca al ver a Marco aparecer por la puerta de la habitación, mirándome y guiñándome su ojo derecho. ¿Dónde hay que firmar para despertarse así todos los días?

- Buenos días, dormilona -es lo primero que sale por su boca, mientras camina hacia la cama-. ¿Sabes qué hora es?

- ¿Es muy tarde? -pregunto, interesada por la hora, mientras me desperezo en la cama-.

- Lo suficientemente tarde para que tus compañeros me hayan preguntado si estás aquí, o has cogido un vuelo de vuelta a España -contesta, sentándose a mi lado y acercándose a mí-.

- ¡Joder! -exclamo, levantándome de la cama agobiada-. ¿Por qué no me has despertado antes?

- Estabas muy mona, así durmiendo como una niña pequeña -dice con voz de niño pequeño, y haciendo ojitos-.

Creo que acabo de morir de amor, y de enamorarme del hombre que tengo delante de mí. No puedo evitar acercarme a él y besarle. Su forma de hablarme hace unos segundos es superior a mí. Le doy un beso, mientras le paso la mano por el pelo.

- Llegas tarde -me recuerda, mientras se separa de mí y vuelve a besarme-.

- Por cinco minutos más no pasa nada -le informo, mientras sonrío en su boca y le beso otra vez-.

Manu me mira sonriendo, al igual que Pablo. Y me temo lo peor. Deben saber que tengo algo que ver con Marco y soy el centro de miradas y atención. Y eso no me gusta nada.

Una vez me hago con el peto de fotógrafa, puedo moverme por el campo del hotel a mi antojo. Saludo a los jugadores que más conozco, y me pongo a hacer mi trabajo. Hasta que veo llegar al mallorquín, con algo en la mano dirigiéndose a mí.

- Afri, el móvil -me tiende mi objeto más preciado -. Te lo has dejado en la habitación.

- ¡Ay! Muchas gracias -le beso la mejilla, bajo la atenta mirada de mis compañeros de profesión-.

- Por cierto, tu madre dice que la llames en cuanto puedas -me informa, justo antes de salir corriendo para entrenar-.

¿Cómo? ¿Marco ha hablado con mi madre? En cuanto acabe el entrenamiento me va a dar una explicación, sí o sí.

Me reúno con Álvaro, y trabajamos fotografiando a los jugadores y sus perfectas jugadas. Que bonito es dedicarte a lo que te gusta.

- ¿Pero qué sois? -Álvaro intenta sonsacarme información entre foto y foto-.

- No somos nada, solo amigos con derecho a roce. Así se dice, ¿no? -explico en voz baja para que solo se entere él y alzo los hombros-.

- No sabía yo que teníais tan buena relación, aunque solo había que ver el repentino interés de Marco por la fotografía -habla para él solo y yo solo puedo reírme-. Bueno, solo puedo decirte que no lo distraigas mucho. Ahora tiene que estar centrado en jugar el Mundial.

- ¿Perdona? -lo miro, seriamente ante sus palabras-. ¿Qué acabas de decir?

- Mujer, te lo digo porque no creo que en la habitación juguéis al parchís precisamente.

- Álvaro, a veces eres demasiado tonto -le contesto, y me alejo un poco para hacer fotos tranquilamente por mi cuenta-.





Marco

- ¿Qué tal la noche, Marquito? -es lo primero que escucho cuando Isco y Thiago llegan al gimansio-.

- ¿Bien? -contesto, sin más-.

Quiero que vuelvas | Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora