Capítulo 7. Atocha

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Marco

Corro por la banda del campo mientras hago estiramientos con los brazos. Intento concentrarme en el entrenamiento. Isco se acerca a mí y salta sobre mí. Me quejo, últimamente no estoy de humor. Y no sé porqué.

- Marquito, búscate una novia. Vaya humor que tienes últimamente -me reprocha el de Málaga, tras mi reacción-.

- Lo siento -me disculpo a sabiendas de mi mal comportamiento-. No digas tonterías, anda.

- Venga chicos, poneos que os hago una foto -nos pide Álvaro, desde su posición de fotógrafo-. ¡Muy bien, ya está!

Nos despedimos de él y nos dirigimos al vestuario. Otro entrenamiento más en el que no hay rastro de África. Hace varias semanas que no sé nada de ella. Cuando pensaba que había una tregua entre nosotros... va y vuelve a desaparecer de mi vida.

Me tiento a decirle por whatsapp que si se acuerda de mi web. Al fin y al cabo, le estoy pagando para que la lleve al día. Y el caso es que sí lo hace. Pero parece que de la noche a la mañana ya no necesita mis fotos, ni mi opinión, ni mi cercanía para escribir o publicar sobre mí. Porque no, no ha habido más sesiones de fotos en su oficina. Ni más comentarios en mis fotos. Ni nada más.

En el siguiente entrenamiento vuelvo a ver a Álvaro. De nuevo él y ni rastro de África. E incluso me atrevo a preguntarle por ella. Aunque tengo que encontrar el momento idóneo, para no ser el centro de burlas de mis compañeros.

- Álvaro -le saludo al salir de los vestuarios dos minutos antes que el resto, mientras él recoge sus cosas de trabajo-, ¿puedo saber dónde está África?

- Se ha marchado unos días -me cuenta, mirándome no muy convencido-. De viaje, ha ido unos días a Portugal -finaliza con la información mientras acaba de recoger-. ¿Por algo en especial?

- Hace unas semanas que no sé nada de ella. No me pide nada de información para la web y tampoco la veo por aquí. No sabía si le había pasado algo.

- Tranquilo, está perfectamente. Tanto que en solo unos días estará por aquí -me confiesa sonriendo mientras nos dirigimos hacia el párking-.

- Muchas gracias, nos vemos otro día -digo despidiéndome del fotógrafo-. Que tengas un buen día.

- Igualmente -me responde mientras se dirige a su coche. Aunque antes de que yo pueda entrar al mío se detiene y me mira-. Marco, ¿tienes algo que hacer mañana a las ocho de la tarde?

- No, a esas horas no tengo nada. ¿Por? -pregunto extrañado-.

África

Necesitaba unos días junto a mi mejor amigo. Manu y yo somos amigos desde primero de la ESO. Hace muchos años. Hemos compartido momentos de todo tipo. Desde buenos a los peores que os podáis imaginar. Es una persona que siempre ha estado ahí, y junto a Sara, es mi apoyo incondicional.

Él decidió estudiar una Ingeniería mecánica y hoy en día tiene trabajo en Lisboa. Por ello, me acoge de vez en cuando en la preciosa ciudad portuguesa. Unas mini vacaciones que me tomo de vez en cuando y que me vienen muy bien para reponer fuerzas.

- A la próxima te toca a ti venir para Madrid -le reprocho mientras paseamos por la bonita ciudad-. Siempre vengo yo a verte.

- Ambos sabemos de sobra que prefieres Lisboa a Madrid -ataca mi mejor amigo mientras se ríe. Y lo peor es que lleva razón-. No creo que tengas ningún problema en venir a verme.

- En absoluto -le confirmo, feliz de poder venir aquí-. Pero en Madrid tengo mi trabajo. Y además, Sara también vive allí.

- ¿Tu trabajo? Bueno, claro, ahora que trabajas para uno de esos futbolistas que nunca te han gustado -comenta Manu, seguro de lo que dice-. ¿Qué tal lo llevas?

Quiero que vuelvas | Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora