Me despierto sin necesidad de despertador y tiro hacia arriba de la sábana blanca, haciendo que me cubra toda la cara de el rayo de sol que va, ni corto ni perezoso, desde un hueco en la persiana hasta toda mi cara. Me vuelvo a dormir durante unos minutos y después vuelvo a abrir los ojos, lista para ponerme en marcha. He de hacer muchas cosas hoy.
Según Michael, y por ende todo el internado, los viernes no se dan clases. Al contrario, si no que tenías toda la mañana lubre y después, por la tarde-noche, como remedio para evitar fiestas o desfases en el salón de actos que ya ocurrían días lectivos, se entretenía a los alumnos con una especie de documental, también llamado vídeo malo, sobre la historia del internado, siempre el mismo documental. También por la tarde había una especie se feria cutre en la que se exponían los proyectos de Tecnología de la gente de los últimos cursos. Aunque claro, más de la mitad de la gente se escapaba.
Alzo una pierna y después la otra, perezosamente, quitándome la sábana de encima. El rayo de luz vuelve a llegar a mi cara y frunzo el ceño, molesta. Acabo arrastrandome hasta fuera de la cama lentamente y llego hasta el baño, donde la perspectiva de una ducha larga y caliente me despierta más que lo haría un balde de agua fría.
Dejo un rastro de ropa desde la puerta del baño hasta la propia ducha y abro el grifo del agua, para que se vaya poniendo templada mientras yo recojo mi ropa. La pongo toda en un montoncito desordebado en una de las esquinas del baño y me meto finalmente en la ducha.
La sensación de las gotas de agua corriendo lentamente por mi piel que al principio parece fría pero que después de unos minutos se vuelve caliente siempre me ha encantado. Y también siempre me ha encantado tener tiempo para mí misma, y no siempre para los demás. Abro con un chasquido la tapa del champú y tarareo una canción en voz baja, mientras reparto el líquido espeso por todo mi pelo. Después reparto el gel por todo mi cuerpo y acabo abriendo el grifo de nuevo para aclararme.
Cambio de una canción a otra en cuanto empieza a aburrirme o acaba, y salgo finalmente de la ducha. Oh no, lo que no me gusta nada es el frío que se queda en el cuerpo cuando sales al aire frío del baño. A trompicones como siempre avanzo hasta el armario con solo una toalla cubriéndome el cuerpo y saco una camiseta blanca ancha de Michael y unos shorts grises de gimnasia. No pienso salir de mi habitación en toda la mañana, de modo que, ¿qué más da?
Me acerco al reproductor de música que descubrí escondido en el armario y pulso el botón de encender. ¿Sonará algo? Una canción empieza a sonar con un ritmo demasiado conocido para mí. Justamente la canción que canté primera en el baño. Descalza y dando saltitos en el suelo frío y mojado del baño recojo mi ropa del suelo y la dejo caer por la tromba de la ropa sucia. Me hago una coleta justo cuando las primeras gotas de sudor comienzan a resbalar por mi frente y mi cuello, y recojo mi cuarto también, a velocidad más bien lenta. Entonces llaman a la puerta. ¿Quién será y qué querrá a estas horas? Apago el reproductor de música y abro la puerta.
Alec South está apoyado en la pared, al lado de mi puerta. Al verme abrir, me mira de arriba a abajo y sonríe, pero no como la vez que le conocí, si no con una más amplia, más sincera. Días atrás me habría creído esa sonrisa, ahora no.
Empujo con las yemas de los dedos la puerta para cerrarla, pero su pie se traba entre la puerta y el marco, impidiéndome cerrarla del todo.
- Tranquila, Clifford.- Dice alzando las manos en una actitud de inocente que aunque le quede muy bien no se corresponde con la realidad.
¿Tranquila? ¿Tranquila me está diciendo?
- ¿Qué quieres, Alec?- Alzo una ceja y me interpongo entre él y la puerta, impidiéndole el paso y la vista del interior.
- No soy Alec.- Dice molesto por la confusión.- Soy James, su hermano gemelo.
No puedo evitar abrir la boca de la sorpresa. ¿James South? Fijándome bien, puedo apreciar pequeños cambios entre él y su hermano, pero muy leves. Por ejemplo, tienen el mismo pelo, largo y liso, y la misma cara, incluyendo la forma de la cara, pero los ojos de James son de un color marrón muy claro, un marrón aguado. Además, no tiene la pequeña sombra de barba de Alec y no se gasta ni de lejos la actitud arrogante de su hermano. Y su sonrisa, parecía sincera, no la de "chico malo" de su hermano.
Me apoyo en el marco de la puerta, tratando de no fruncir el ceño. Parece molesto, y no es muy difícil averiguar el por qué; no debe ser muy agradable que te confundan con Alec South.
- Bueno, y... ¿Y qué querías?- Replico nerviosa, la he cagado monumentalmente, pero si ha venido hasta aquí será porque necesita o quiere algo.
James se rasca la nuca, con una sonrisita nerviosa, y baja la vista. Depués de unos segundos me vuelve a mirar y se ruboriza mientras hablar.
- Quería invitarte a una cita. Esta noche.
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Beautiful Green Eyes
Teen FictionJessamine Clifford tiene 15 y una plaza en el internado en el que su hermano lleva tanto tiempo. Los años han pasado, los hermanos se reencuentran. Y quizás, Jessamine también encuentre alguna que otra agradable sorpresa. Portada por: cxovers4u/XxBl...