10 de Octubre
Jessamine Clifford entró en su nueva casa rápidamente, no quería empaparse más de la lluvia torrencial que estaba cayendo. Cerró el paraguas como pudo sin mojarse demasiado las manos, lo dejó en el paragüero que había al lado de la puerta y se quitó el impermeable verde, colgándolo del perchero que estaba un poco más allá del paragüero. Al mirar dentro, todo estaba como siempre. El salón seguía lleno de cajas de mudanza que adornaban las inmediaciones de los sofás de color crema, y había también un par de cajas en el pequeño vestíbulo iluminado de las escaleras. Calum entró unos minutos después de Jessamine y se quitó el empapado abrigo marrón, dejándoselo a Jessamine para que se lo colgara, mientras él iba hacia la cocina, desde donde se oía la risa tonta y que no parecía tener final de Luke por algo que habría pasado mientras ella estaba fuera de casa.
- ¿Calum, donde está Ashton?- Preguntó Jessamine mientras colgaba el abrigo de este en el perchero.
Calum se interrumpió a medio camino de la cocina y se giró hacia Jessamine.
- Está arriba, duchándose. Ahora baja. Ah, por cierto, antes ha llegado una carta para ti. Está ahí, encima de la mesita.- Calum señaló una carta que estaba, en efecto, encima de la mesa del salón, delante de uno de los sofás.- Ashton bajará en seguida.
- Gracias, Cal.- Jessamine le dedicó una dulce sonrisa a Calum y este se la devolvió, para después salir corriendo hacia la cocina agitando los brazos por encima de su cabeza, gritándole una respuesta a la sarta de tonterías de Luke.
Jessamine se quitó las zapatillas a patadas y sorteó las cajas hasta llegar al sofá. Se sentó y el sofá la acogió como un amigo perdido tiempo atrás. Alargó la mano para coger la carta. Nada más cogerla, por el tacto del papel y el olor a perfume de violetas, supo de quién era. Pero, ¿por qué razón Angela le había escrito una carta? Para burlarse de ella, podría haber ido a su nueva casa, o simplemente haberla llamado, no había razón para mandarle una carta. Jessamine abrió el sobre, lo apartó a un lado del sofá, encima de un cojín, y desdobló la carta entre sus dedos.
Querida Jessamine:
Lo primero de todo, quiero disculparme. Por todos estos años que me he burlado y reído de ti, por haberte hecho pasar tan malos ratos, y sobre todo, por haber mandado a mis amigos a darte palizas. Lo siento mucho. El otro día, cuando mamá me dijo que recogiese toda la planta de arriba (tu habitación, la de Michael y toda esa área), entré en la sala de proyecciones y por curiosidad fui a ver el último vídeo reproducido, ya que cuando os fuisteis el chico rubio amigo de Michael me dijo que te había afectado mucho algo que habías visto en la sala de proyecciones. Fui a la sala de proyecciones y puse el último vídeo que se había reproducido. Y entonces fue cuando nos vi. Tu séptimo cumpleaños, sigo acordándome de él. Me acuerdo de antes de que papá empezase a grabar, tú estabas mirando la tarta con ganas de querer empezar a comer ya, y yo te vi y metí la mano dentro de la tarta y arranqué un pedazo, y te la di a ti para que comieses. Y tú, tú me miraste con esos ojos azules que son iguales a los míos y sonreíste, con esa sonrisa que es tan igual a la mía. Y me dijiste “gracias” mientras empezabas a comer directamente. Y también recuerdo a papá intentando regañarnos, y a mamá riendo, y a Michael peleando con mamá porque él no quería tarta. Y me acuerdo de que te llamaba “Jessie”, que fue un apodo mal puesto por una niña de ocho años, y no “Jessamine”. Y entonces empecé a preguntarme por qué nos hemos separado tanto, en que punto de nuestra maldita infancia empezamos a llevarnos mal. Se que piensas que soy una estúpida Barbie, que vive de su apariencia, rubia con ojos azules, hueca por dentro, y sin corazón. Y no te voy a decir que no lo soy, porque esa es la imagen que te he dado de mí todos estos años, y es lo que te he hecho creer que soy durante estos años también. Y entonces, me he dado cuenta, he encontrado el por qué de que nos llevemos mal. Lo peor de todo, mi querida Jessie, es que no fue por nosotras. No fue nuestra culpa, toda la culpa fue de nuestros padres. En algún punto entre tus ocho años y mis diez, papá comenzó a beber y mamá comenzó a gritar, a papá, a Michael, a ti, a mí. Y papá comenzó a recorrer la casa borracho, y yo me escondía con miedo en la habitación que compartíamos tú y yo y te dejaba fuera, dejándote a merced de un maldito borracho que solo buscaba hacer daño. Los primeros días, las primeras veces me sentía mal al verte con uno que otro moretón, o al ver a mamá gritándote, pero días mas tarde comencé a hacerme inmune a todo lo que te pasaba. Comencé a mirarte mal por dejar que te pegasen, cuando era yo quién en realidad te hacía todo aquello, no papá. Bueno sí, papá era quien te pegaba, pero yo era la que no te dejaba entrar y por consiguiente la culpable de tu dolor. Michael empezó a defenderte, abordaba a papá en el desayuno del día siguiente a que viniese borracho, y siempre se ganaba uno o varios golpes y una retahíla de gritos, pero lo hacía de nuevo la siguiente vez. Y a mí, sin embargo me daba envidia. ¿Envidia, dirás? ¿Por qué te va a dar envidia de que le dieran golpes a Michael? No, yo no tenía envidia de los golpes, si no de que el tenía el valor suficiente para plantarle cara a nuestro padre por ti, por nuestra hermana pequeña, la que debería ser nuestra - mi protegida. Entonces decidí fingir que me parecía bien que te pegasen y te gritasen e insultasen. Y fingí, fingí muy bien. Mamá decía que yo era una excelente actriz, así que le saqué partido a eso. Pero en algún punto entre mis doce y trece años dejé de fingir, ya que después de tanto fingir, todo se había vuelto realidad en mi cabeza, incluso lo que no era verdad. Y estoy tan apenada por eso... Solo quiero volver a ser esa niña de nuevo, la niña que abrazaba a su hermana, y la quería, y dejaba que Michael le pusiese pastel en el pelo solo para pasar un buen rato con su hermano mayor y su hermana menor. Ahora mismo estoy recordando una frase, de una serie que solías ver cuando estabas aún en casa. “Formamos parte de una generación nacida entre el brote del Sida y el 11S más o menos, nos llaman “La generación global”, somos conocidos por nuestras decisiones y nuestro narcisismo, algunos dicen que es porque somos la primera generación donde cada niño gana un trofeo con solo aparecer. Otros creen que es porque las redes sociales nos permiten publicar cuando nos comemos un sándwich para que todo el mundo lo vea. Pero parece que la única característica que realmente nos define es una insensibilidad hacia el mundo e indiferencia hacia el sufrimiento.” Se que yo hice lo que pude por no sentirlo. Jessamine, nunca dejé de quererte, nunca dejé de amarte como una buena hermana, solamente dejé que la mentira hiciese un hueco en mi mente y en mi corazón y viviese allí durante unos cuantos años. No sabes la impotencia que me da que sea a los diecisiete años que empieces a importarme de nuevo. Pero voy a sacar partido de todo esto, y vamos a empezar de nuevo desde el principio. Voy a ser la mejor hermana del mundo durante todo el tiempo que pueda. Te lo prometo.
Te quiere,
Tu hermana.
Jessamine dejó de leer la carta cuando llegó al final, y vio la foto que se asomaba por detrás. Una foto, tomada en verano, de ellas dos con vestidos a juego delante de un árbol, abrazándose mutuamente. La única diferencia entre las dos era el color del cabello, por lo demás eran iguales. Jessamine acarició a través del papel de la foto el vestido de su hermana y notó como el paladar y los ojos le picaban, señal de que las lágrimas aparecían. Aliviada, Jessamine enterró la cabeza entre sus manos y comenzó a reír, mezclando las lágrimas con las risas y sintiéndose de una forma que no podría explicar, mucho menos describir. Alzó la cabeza y miró alrededor suya, las cajas de mudanza en el suelo y la carta y la foto ligeramente mojadas por las lágrimas.
En el piso de arriba, las tuberías emitieron un chirrido y el agua de la ducha dejó de correr. Ashton se estaba secando. Un rayo que anunciaba una gran tormenta retumbó en la distancia y Jessamine miró por la ventana a lo lejos, hacia el horizonte, donde sabía que estaba el pequeño internado que había hecho que su vida cambiase por completo, y ella también cambiase. Pensó en Luke, en Calum, en Michael y en Ashton, pensó en cuanto los quería. Pensó en que haría sin ellos, en que se habría convertido si nunca los hubiese conocido. Y por último, pensó en su primer día, cuando justo al llegar al recinto del Internado había pegado la cara y las puntas de los dedos al cristal y había pensado “Aquí comienza mi nueva vida.”
Pero ahora, con Michael sacando más cajas de mudanza del camión, con las risas de Luke y de Calum en la cocina, con la carta de Angela en las manos y con el sonido de las tuberías tragando el agua en la ducha de la planta superior, se dio cuenta de que se hacía confundido. Su nueva vida no había comenzado en aquel momento.
Estaba comenzando ahora.
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Beautiful Green Eyes
Ficção AdolescenteJessamine Clifford tiene 15 y una plaza en el internado en el que su hermano lleva tanto tiempo. Los años han pasado, los hermanos se reencuentran. Y quizás, Jessamine también encuentre alguna que otra agradable sorpresa. Portada por: cxovers4u/XxBl...