La nieta del jefe general

2.4K 155 50
                                    

Un bostezo se le escapó de los labios mientras frotaba sus ojos con el dorso de su mano, parpadeó repetidas veces intentando enfocar su mirada en el asfalto que a penas era iluminado por las farolas, achicó su vista al llegar al peatón para no atropellar a nadie.
El recuerdo de esa pelinegra llegó a el e involuntariamente una sonrisa se formó en su rostro.

"Sarada, Sarada"

Ajustó el espejo retrovisor y acomodó sus cabellos reveldes con sus dedos, ni siquiera tiempo para ponerse algo decente tuvo. Hoy era el día de la prueba para saber a que área pertence y dado a la gran cantidad de militares que habían, tuvo que levantarse más temprano para llegar antes y tener sus resultados.

No le agradaba la idea de conducir a tales horas de la noche, por que sí, no se podían ir hasta tener los resultados y no quería esperar tanto, por ello prefería levantarse antes para que le toque un buen lugar.

Su plan era perfecto: llegar antes que la mayoría, hacer la prueba, tener sus resultados más tardar a las seis de la tarde e irse a su departamento o más bien al de a lado, porque había decidifo que esta vez Sarada no se le escaparía.

-- Hablamos luego.

Eso había dicho y se la pasó evitándolo desde ese día, a pesar de que pensaba que ¿de qué serviría hablar? Lo más probable es que lo ignore por una simple y sencilla razón: había echo una estúpidez.

Por más que intentaba recordar solo llegaba a su memoria uno que otro beso, pero Sumire afirmaba que si habían tenido relaciones y ¿para qué mentiría? Ella era una chica muy noble y amable, sería incapaz de algo así.

Decidido a no pensar más en ella, dio un gran suspiro al ver la esquina en donde tenía que doblar para pasar las grandes rejas de su academía.
Las llantas de su auto chirriaron y se golpeó el pecho con el volante al frenar de golpe.

-- Ah, maldición -- masculló conteniedo el dolor mientras se sobaba el pecho, alzó la vista y sus ojos de abrieron en par -- Maldita sea.

Frustrado se dejó caer en el respaldo de su asiento al ver la enorme cola de autos frente a el, la reja estaba al rededor de veinte metros los cuales estaban llenos de autos de sus compañeros. Tomó su mochila y la abrió bruscamente mienteas sacaba su bebida enegética. Se había levantado a las tres de la mañana en vano.

Meneando la cabeza frustrado se llevó el envase a la boca, pero antes de tocar sus labios la soltó por el susto al escuchar un claxón sonar a su lado.

-- ¡Boruto! -- exclamó Inojin saliendo por la ventanilla -- Quien diría que madrugarías.

-- Callate -- bufó frustrado y se limpió la camiseta que tenía una que otra gota de su bebida.

-- Mira Shikadau, el gordo tiene buen lugar.

Boruto por curiosidad miró hacía adelante y era cierto, a casi cinco metros de la reja el auto de Mitsuki estaba y en el asiento de a lado ese chico moreno.

-- ¡Mitsuki! -- se oyó la voz de Inojin retumbar y al instante el albino sacó su cabeza del auto para mirar -- ¿tienes tres lugares?

Miró hacia adentro de su auto y luego sacó la mano enseñando su pulgar hacía arriba e Inojin gritó mientras salía del auto.

-- ¡Estaciona tu auto afuera y vamos!

Boruto lo pensó, miró de nuevo la gran distancia que tenía frente a el y el auto de su amigo estaba por entrar. Sin dar más vueltas al asunto metió reversa para estacionarse antes de la esquina y luego tomar su mochila y salir disparado junto a sus amigos.
No se iba a quedar de brazos cruzados después de levantarse tan temprano.

Podría morir y esperarte otra vida [3]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora