Leyendo la verdad

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La llama de fuego se unió a la pasta roja vino del libro, en sus ojos se reflejaba como iba avanzando poco a poco.

Haría lo que sea por ti...chica de las gafas rojas.

Te amo...chica de las gafas rojas.

"Todas esas miradas eran para ella"

-- Todo estará bien -- recordó las palabras de Sara y esa mirada cálida. Ella la apoyó siempre que su padre quizo dañarla, metió las manos al fuego por ella.

-- ¡Es su hija! ¿Cómo puede ser tan vulgar?

Recordó esa bofetada que recibió en su lugar y por ello esas gafas que adoraba se estropearon.

-- No te preocupes, estoy bien...

Recordó esa sonrisa que mostraba aún con un labio roto.

-- No...

Soltó el encendedor y corrió al baño por un trapo húmedo. Sus lágrimas se diluían en la pasta, por dentro agradeció que sea un libro con la cubierta gruesa. Miró las páginas y solo unos pequeños centimetros de las esquinas estaban dañadas.

No podía quemar esos sentimientos... los sentimientos puros e inocentes de Boruto. Sin embargo eso no significaba que le dejaría las cartas sobre la mesa a Sarada.

El destino se encargaría de desaparecer ese libro, lo apretó y abrió la ventana sin importarle que la brisa helada le calara los huesos, divisó un basurero hasta el fondo de ese pasillo que separaba las habitaciones, estaba lleno así que lo más probable es que lo recogieran mañana a primera hora.

El viento movió sus cabellos mientras miraba el fondo de esos dos pisos, sin piedad alguna solo dejo caer el libro.

Cerró la ventana y miró a Boruto quien cayo profundamente dormido. Su camiseta que yacía en su cama, la tomó y la tiró al suelo, prosiguió a quitarle el pantalón y repetir la acción. Segundos después su vestido tocó la alfombra del suelo y seguidamente su ropa interior.

No le importó escabullirse entre sus sábanas desnuda, se acurrucó en su hombro y observó sus finas facciones, recordó las palabras de su padre.

"Por más que este enamorado es un hombre de honor"

"Ingenuo también" -- pensó  y rozó sus labios.

El sonido del despertador lo hizo reaccionar, con pesadez estiró la mano para apagarlo, olvido quitarlo; hoy era sábado.  Un bostezo se le escapó de los labios y se frotó el rostro. Por una extraña razón se sentía agotado y aturdido, su cabeza aún le daba vueltas, pero levemente.

Intentó reincorporarse, pero sintió un peso de más sobre el, se extrañó y levantó la cabeza. Sus ojos se abrieron como platas.

"¿¡Qué demonios!?

Su corazón dio vuelco y su mente quedó en blanco ¿por qué Sumire estaba sobre el? ¿por qué no traían ni una prenda? Se frotó los ojos con el torso de la mano intentandose convencer de que era un sueño, pero no.
Ella seguía ahí, durmiendo tranquilamente mientras el caía en un profundo vacío. Intentó recordar y nada llegaba a su mente.

Podría morir y esperarte otra vida [3]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora