Tan cerca, pero tan lejos.

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Bolt despertó, eran aproximadamente las seis de la mañana, sólo había dormido una hora más. Su mirada estaba pérdida en la pared y luego descendió a su mano en donde miró detenidamente ese anillo de plata.

Para él sólo era una argolla en su dedo y ya. Quizá sonaba cruel, pero era lo que sentía; como si fuese una cadena que lo ataba a Corea.

Se preguntó ¿en dónde estaría ahora? Si el pequeño no hubiese llegado el estaría muy lejos... quizá en otro continente, es que... ¿El destino quería que se quedara ahí?

Cerró los ojos de nuevo, pero los abrió al sentir algo extraño. Siempre despertaba de pésimo humor y hoy era diferente, sentía calidez a pesar de que había una heladez tremenda.

Cuando esa pequeña mano se aferró aún más a su camiseta, lo comprendió. Miró hacia abajo y ese chiquillo estaba hecho una bolita y se acurrucaba en su pecho. Con algo de temor acarició sus cabellos, esos mechones rubios, delgados y lacios le parecían curiosos, lo miró más detenidamente y notó que no tenía rasgos comunes. Sus pestañas eran negras, largas y espesas.

Si algo heredó de su madre supuso que eran las pestañas y esa nariz respingada. Sin duda alguna tendría suerte cuando crezca.

Retiró su mano con delicadeza para poder levantarse, ayer no se bañó y se durmió con la ropa empapada. Era un sensación pegajosa y horrible por lo que no espero más y se metió en la regadera. Tardo aproximadamente diez minutos ahí y cuando ya se había puesto el pans, escucho un golpe seco en la habitación.
Se quedó unos segundos pensando ¿qué se habrá caído? O si alguien entró aunque lo descartó porque la puerta tenía seguro.

Entonces, el sollozo lo hizo recapacitar y salió de prisa para encontrar al niño sentado en piso y frotando sus ojos que tenían pequeñas lágrimas.

Se había caído.

Mientras lo levantó del suelo y lo dejo en el colchón se dijo a si mismo que sería un pésimo padre.

¿Cómo se le ocurrió dejar a un niño de cuatro años durmiendo en la orilla de la cama? Se sintió peor al revisar su cabeza y ver su frente roja.

--- Duele --- sollozó haciendo un puchero.

--- Ya lo veo --- dijo mientras le sobaba ese lugar --- Lo siento...yo...

Se quedó callado al escuchar que tocaban la puerta, espero que hablarán, no quería decir ¿quién? Y luego para su mala suerte sea Sumire.

--- ¡Bolt! Soy yo Kagura.

Se levantó en seguida y abrió, miró el pasillo y lo jalo para entrar y cerrar la puerta de nuevo.

--- ¿Qué te...? --- se quedó mudo al ver al pequeño rubío --- ¿lo encontraste?

--- Él nos encontró.

--- No me digas que... --- lo miró y luego a Bolt.

Kagura se irguió y los miró a ambos, desde que vio al niño la primera vez se dio cuenta del enorme parecido. No estaba ciego y a lejos parecían padre e hijo 《es una locura》 se dijo ese día, pero ahora que lo veía con su ropa y más de cerca, el parecido era increible.

--- Oye... ¿No recuerdas nada?

--- ¿De qué?

Podría morir y esperarte otra vida [3]✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora