Capítulo 10: ¿Odio mutuo?

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La neutralidad que emanaba el caballero de Acuario del siglo XVIII era casi imperceptible, sus acciones y sus movimientos no eran algo que se pudieran percibir tan fácilmente. Alejado de casi de todos, exepto de un cierto Escorpión impulsivo, que se negaba de cierta forma a dejarlo en paz.

Caminaba junto a él siempre, importándole poco lo que Dégel le decía, si era molesto o no, era problema suyo.

¿Por qué no entiendes que soy feliz estando solo?- preguntó sin despegar la mirada del libro que leía.

Edipo Rey, un clásico de la literatura que podía leer millones de veces sin cansarse. No era una de sus favoritos, pero lo consideraba muy bueno para leerlo las veces que quisiera sin hartarse de ello.

Kardia soltó un bufido al verse descubierto, quería darle una sorpresa a Dégel, o en este caso, un susto, lo había estado observando por bastante tiempo, pero al parecer el guardián del onceavo templo ni se inmutaba con la ya, notable presencia.

¿Sólo eso me dirás?

No sé qué quieres que te diga, pero déjame decirte que no pienso ir a rodorio contigo.

¡Oh vamos, Dégel! ¡Sólo un rato! Prometo no volver a meterte en problemas.

—No.

Siguió sumido y maravillado con la lectura, estando conciente de la impertinencia por parte de Kardia. Este lo contemplaba en silencio mientras posaba su mentón en la palma de su mano. Era increíble que se hubiera enamorado tanto de un compañero de armas que lo creía imposible, y más aún, del más frío y calculador.

Lo amaba. En verdad lo amaba, más que cualquier cosa.

Siempre que Dégel le regañaba no podía evitar que su rostro cambiara a una de fastidio, pero muy en el fondo se arrepentía por hacerlo enojar. Siempre bajaba su mirada con pena cuando estaba lo completamente seguro que nadie más estaba alrededor para verlos y sólo estaban los dos.

Todos miraban con asombro como aquella pareja que inició como el frío y el calor, se volvían uno solo, cumpliendo así, su destino.

Deja de hacer eso.

¿El qué?— preguntó con confusión.

Mirarme. ¿Por qué me miras?

Kardia se sintió sorprendido. ¿Tan obvio era? Más no dejó que el asombro tomara control en sus gestos y sonrió.

Porque me gustas.

Una declaración terriblemente sencilla que hizo que las mejillas de Dégel optaran un color rojizo, el calor se acumuló en ellas, y la presión arterial recorrió su cuerpo como adrenalina. ¿Por qué justamente ahora?

A cuántos más le dices eso— rodó los ojos aún con vergüenza. Eso no se lo esperaba, pero conocía a Kardia, y estaba seguro que era un completo mujeriego y enamorado, seguramente él era uno más de los tantos juegos que tenía.

A nadie. Dégel, me gustas. Así como me gusta mirar el cielo, comer manzanas, los dulces. Simplemente me gustas. Me gusta tu forma de pensar, me gustan tus ojos, me gusta observarte mientras lees, porque mientras tú piensas en el libro, yo solo pienso en ti.
No quiero parecer cliché ni nada por el estilo pero, es así Dégel.

No bromeaba. La seriedad en su rostro le confirmaba que decía la verdad, ¿Pero que se supone que hacía? ¿Él... También correspondía sus sentimientos?

Amor sin Devolución ✿[MiloxCamus] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora