Por cada segundo que pasaba los nervios de Camus seguían en aumento, permaneciendo como estatua sin una reacción o algo que le confirmara que todo eso seguía siendo parte de un sueño, y que ese no era el verdadero Milo que conocía.
Tan solo la presencia del griego lo hacía distraerse en varias ocasiones, reconociendo que era vergonzoso para un caballero dorado ser distraído de esa forma. Y, como si fuera poco, la cercanía que guardaba era aún peor para su corazón, uno que latía con fuerza y rapidez como si fuese una adolescente enamorado.
Milo tomó el rostro de Camus entre sus manos, llevándolas a cada lado de sus mejillas. Lo acercó a él a una distancia bastante corta, cerró sus ojos y juntó su frente con la contraria.
Camus al sentir la respiración ajena tan cerca de él, inmediatamente trató de apartarlo poniendo las palmas de las manos sobre su pecho, sin embargo, eso a Milo no le importó mucho y siguió con la cercanía por unos cuantos segundos más.
—Parece que ya te bajó la fiebre—. comentó, separándose de él.
Ah, así que había sido solamente eso, solo estaba comprobando su temperatura.
—Eres un estúpido, me asustaste.
Desvió la mirada a su derecha avergonzado. Si bien eso le había tomado por sorpresa, no podía imaginarse un roce más allá de eso.
—¿Asustarte? ¿Por qué?— preguntó con extrañeza.
—No es algo que te incumbe. Tú eres impredecible, me golpeas y después te disculpas conmigo, no puedo saber si tienes la intención de golpearme con esos repentinos actos.
El griego frunció el ceño con cierta molestia, porque aunque muy en el fondo sabía que todo eso era cierto, no quería aceptarlo tan libremente. Suficiente tenía con que su compañero de armas le hiciera sentir culpabilidad y remordimientos de conciencia.
—¿Estás conciente de qué es la primera vez que me preocupo por tí verdad? Te salvé la vida, agradeceme.
—¿Qué me salvaste? Claro, supongo que traerme hasta aquí fue un gran peso para tí, Escorpio.— habló con sarcasmo.— No necesitaba de tu ayuda.
Y por más que quisiera morderse la lengua, no lo haría, el borrón y cuenta nueva debía de empezar desde cero, pero antes de eso iba a dejar unos puntos en claro con Milo.
—Eres un maldito malagradecido— respondió el peliazul.— Me preocupé por tí todo éste tiempo, con tu estado tan deplorable al borde de la muerte. ¿Y dices que no me incumbe?
—Sigo sin hallar una razón necesario para considerarlo, ¿Sabes?
Milo soltó una carcajada en seco y tiró de su propio cabello con ¿Exasperación? ¿Enojo por las palabras que Camus le estaba diciendo?
—Entonces si tanto querías morir me hubieras dicho con anticipación, así no hubiera perdido mi valioso tiempo contigo.
—Idiota.
Fue la que Camus contestó de vuelta sin mirarlo. Porque a pesar de todo, esos sentimientos no desaparecerían de la noche a la mañana, siendo un problema para él.
Sin volver a prestarle la más mínima atención al griego, trató de levantarse por su propia cuenta de la cama ajena con el propósito de ir a su templo y curarse él mismo sus heridas. Cómo anteriormente lo había dicho, no necesitaba de nadie, ni si quiera de Athena.
La chiquilla ya había hecho mucho por él, ni si quiera tenía la más mínima idea de cómo agradecerle por todo aquello, se dio cuenta que no quería simplemente morir y dejar lo que había conseguido en años. No era tan fácil como lo creía.
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Amor sin Devolución ✿[MiloxCamus]
Fiksi PenggemarDesde eras mitológicas, tanto Acuario y Escorpio, han sido destinados para estar juntos. Está escrito en las estrellas. Sin embargo... Parece que los del siglo XX no están dispuestos, ni tienen el más mínimo interés en llevar un destino de más de cu...