Capítulo 16: Traidor

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Se encontraba pensativo, mirando el cielo y las diversas formas de la nubes, al sol le faltaban algunas horas para ocultarse y que cayera la noche. No tenía ganas de levantarse mucho menos cuando sus heridas comenzaban a doler y arder como el infierno.

Aquella batalla no fue para nada fácil a pesar de ser dos caballeros dorados contra uno, la victoria por supuesto que fue para ambos o incluso solo para Milo, que era el único conciente en el terreno de batalla.

Lo admitía, pudieron haber muerto en batalla, pero al menos, el regocijo de completar la misión era mejor.

Desvió la mirada al cuerpo inerte que estaba varios metros de distancia de él. Al levantarse con sumo cuidado, escuchó como algunos de sus huesos crujían, las quemaduras le respondían con pequeños astillazos en el lugar afectado. También, su armadura estaba rota, tenía un brazo desmontado, y algunos hematomas comenzaban a relucir en su piel, así como el polvo le cubría.

—Esto es un desastre—. con dificultad se reincorporó y se acercó a su compañero.

Miró con una pizca de preocupación a Camus, tratando de ocultar la expresión por una de desinterés, pues en realidad mantenía una gran preocupación por él. Le preocupaba porque sabía que la vida del Acuario corría peligro, y en parte había sido su culpa.

Camus estaba cubierto de polvo y raspones, mientras sus cortas hebras de cabello estaban esparcidas en el suelo, su rostro tenía una que otra herida abierta, pero su cuerpo... No podía decir lo mismo.

—Es hora de irnos—.Sujetó su hombro con fuerza para reducir un poco el dolor que poseía.

Era obvio que su compañero no estaba en condiciones para llegar al santuario y tampoco se consideraba un hijo de perra para dejarlo ahí solo cuando no estaba seguro si vivía o no, además Athena le regañaría.

Levantó a Camus con dificultad, no fue precisamente por su peso, en realidad era muy liviano. Pero sus heridas y su desmontura le complicaban la situación, no aguantaría mucho en ese estado. Le importó poco aquel dolor físico y a como pudo, lo alzó entre sus brazos, cargándolo al estilo princesa.

En el camino hizo varias pausas para asegurarse si Camus aún estaba en este mundo y cuando lo comprobó, suspiró con alivio. Explicarle la situación a Athena sería complicado.

La respiración ajena era débil, casi imperceptible pero estaba ahí. Su corazón latía apenas para bombear la sangre necesaria. Era como... Si estuviese en un sueño profundo.

—Tsk. Parece que te encanta darme problemas.— contempló el rostro sereno de Camus, nunca lo había tenido así de cerca. Si alguna vez alguien le hubiera mencionado sobre cómo estaba compartiendo ese momento con su 'detestable enemigo' lo habría tachado de loco y esquizofrénico, porque bueno, no era algo que hubiera imaginado en algún momento.—¿Cómo les explico...? ¡Pensaran que yo fuí el que lo atacó!

Siempre estuvimos destinados a decirnos adiós

A juzgar por las heridas del Acuario, habían sido provocadas por el escorpión. Y estaba casi seguro, de que todos lo culparían.

—Todo tiene una explicación lógica—. se convenció asimismo.

Camus siempre era neutral e inexpresivo, y muy pocas veces aquel gesto cambiaba por una de sorpresa o de risa contenida. Su nariz era respingada sin imperfecciones, sus cejas eran del mismo color que su cabello, y como aspecto curioso de ellas, estaban partidas al final ayudándole en un aspecto más serio, así como sus largas pestañas le daban un aire seductor y delicado, simultáneamente con su carita fina.

No entendía cómo alguien con esas facciones hermosas fuese discreto, antipático y malhumorado. Nunca lo entendería.

Incluso con los puños en alto
Nunca hubiera funcionado bien

Amor sin Devolución ✿[MiloxCamus] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora