Capítulo 23: No es lo que parece

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Milo despertó con un horrible dolor de cabeza.

Sus recuerdos se volvían borrosos cuando se veía conversando con Mu, después de eso su mente dolía como si de una jaqueca se tratara. Y más a fondo de eso, veía a la señorita Athena delante de él, sin recordar sus palabras, solo un movimiento de labios que no le daban alguna pista a favor.

Hacía como unos veinte minutos que despertó de un vago y extraño sueño que con costo apenas recordaba.

La frustración era algo que siempre reinaba en Milo cuando algo no salía como él quería, o como lo planeaba, en este caso era no poder recordar nada.

No se consideraba un completo despistado para olvidar los acontecimientos anteriores, en realidad era muy observador...

—¿Entonces por qué demonios no recuerdo ni un maldito momento?— habló a la nada y se levantó de golpe chasqueando la lengua con molestia.

Recogió su cabello en una coleta baja, ya que los cabellos azulados amanecieron esparcidos rebeldemente por todo la longitud de la cama, como si hubiera dado vueltas una y otra vez hasta enredarlo por completo. No estaba de humor para peinarlo. Al menos todavía no, él necesitaba tiempo, quizá si dejaba en paz toda esa situación los recuerdos después caerían a su mente como lluvia.

El sonido de su estómago rugiendo y exigiendo algún bocadillo, lo sacó de sus propios pensamientos.

Se talló los ojos y bostezó aún con sueño. Bajó hasta la cocina con una cara de pocos amigos y lo primero que vió fue a Camus. Él estaba ahí con su largo cabello recogido en una coleta, sin camisa, y con nuevos vendajes sin rastro alguno de sangre. Abrió el grifo para lavar sus manos, sin presenciar la compañía que tenía a la par

—Buenos días.

La voz gruesa y varonil del griego lo asustó, al punto de dar un pequeño brinco por la repentina interrupción.

—Buenos días.— devolvió el saludo.

El silencio volvió a reinar en ellos. No eran mejores amigos para que existiera una conversación, solo compañeros de armas, solo eso...

Eso era precisamente lo que el joven Acuario repasaba en su mente mientras seguía pendiente de lo que cocinaba para desayunar, pues él solo había despertado unos cuantos minutos antes.

Milo sólo lo observaba con una expresión aburrida en su rostro, recordando las primeras palabras de Athena de cuidarlo y respetarlo porque sino lo iba a mandar a trabajar en uno de los peores empleos que existían y blah blah blah.

—Athena te ordenó que debías de cuidarte. El que debería estar cocinando soy yo— se apoyó en el marco de la puerta.

Camus se giró con una cuchara en mano señalándolo con ésta misma y frunciendo el ceño.

—Aquí ambos sabemos que si no soy yo, tú no cocinas pero ni agua hervida porque se evapora en el intento. Así que te aconsejo que esperes en el comedor y no me molestes.

Milo estuvo por responderle de vuelta, sino fuese porque se perdió en la pose tan divertida que tenía su compañero en ese instante.

Soltó una risa y lo miró ladino.

—¿Ahora que te parece tan divertido?— preguntó sin gracia alguna.

—Tú—. respondió con simpleza.

Camus se mostró ofendido por tal comentario más no le dio mucha importancia y solo le dió la espalda.

—Pareces una ama de casa en esa posición— se cruzó de brazos, riendo.

Amor sin Devolución ✿[MiloxCamus] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora