Capítulo 12: Miradas discretas

2.9K 356 162
                                    

Los duodécimos santos dorados, fueron despertados a la misma hora por uno de los generales a servicio de Athena. Avisándoles que su diosa les tenía un recado muy importante para todos ellos, y, de suma importancia, así como de urgencia.

Todos acudieron de inmediato, pensando qué tal vez se trataba de una nueva amenaza, o una petición. Porque la exageración, siempre había sido parte de la muchacha.

Camus fue el primero en despertar, como era de costumbre. Para su suerte, no tuvo que despertar al escorpión de su profundo sueño ya qué, después de recibir la información dió media vuelta, encontrándose con él.

—¿Ya lo escuchaste, no?— pasó de largo, a su habitación.

—No necesito que me lo repitan— contestó con molestia.

Milo lo siguió, ambos subieron a la habitación del acuario, era mejor llevar de una vez sus armaduras. No se sabía que cosas podía necesitar Saori, además, Shion era muy exigente respecto al vestuario, y para presentarse delante de su santidad a tan temprano horario, era mejor seguir con ciertas reglas que había puesto, tampoco querían un regaño mañanero.

Hasta qué, Milo notó algo curioso de su armadura.

No estaba en la misma esquina donde la había dejado la noche anterior, incluso Camus también se sorprendió, la armadura de Acuario tampoco estaba en la esquina contraria de donde estaba la del escorpión.

¿Entonces dónde estaban?

Desviaron su mirada a la esquina superior de la izquierda. Estaban ahí, juntas. ¿Quién las había movido? ¿Y por qué?

—¿Por qué las pusiste ahí?— hablaron al unísono.

Se miraron confundidos por breves segundos. Al parecer, ninguno de los dos había sido. Qué curioso...

—Da igual— Milo se encogió de hombros.

No era costumbre que estuviese tan calmado. En otro momento, Camus podía jurar que empezaría con sus palabrerías, agregando y preguntando porqué su armadura estaba tan cercana a la suya, qué podía contaminarse y diversos comentarios que el Escorpio solía hacer de mal gusto.

Milo se puso el pantalón azul que iba debajo de su armadura, y cambió su camisa ahí mismo. Iban contra tiempo y se les hacía tarde, no le importó tanto que el acuario estuviese presente. Desarmó su armadura por piezas para colocar éstas mismas en cada parte del cuerpo correspondiente.

Camus lo miró de reojo, debía admitir que tenía buen cuerpo, no por nada era uno de los más codiciados, deseados, y mujeriego del santuario. Sabía que las mujeres le llovían, aunque eso no evitaba que el griego les hiciera caso.

Según la perspectiva de Camus, porque la realidad era otra, Milo encontraba a las mujeres muy molestas. Lindas, guapas, sexys y todo lo demás, pero molestas, no quería ningún dolor de cabeza por el momento con alguna, tampoco estaba dispuesto a soportar berrinches, así qué no, él no quería nada estable por el momento.

—¿Vas a quedarte ahí como idiota mirándome todo el día? ¡Apúrate que los demás ya deben estar en el salón patriarcal!

La voz del peliazul lo sacó de sus pensamientos bruscamente. Se dio cuenta que ya tenía una camisa negra, solo le faltaba la parte de arriba de la armadura y estaba listo. Mientras que él, ni si quiera había cambiado sus ropas de dormir.

Se golpeó mentalmente al darse cuenta que todo su tiempo lo había desperdiciado mirando a su compañero temporal. Pero, cómo no hacerlo. ¿Envidia? No estaba seguro, sus ojos lo miraron con detenimiento, los músculos de sus piernas se veían capaces de soportar bastante resistencia, no era tan musculoso, ni tan delgado, era la compostura perfecta para que la V, el músculo debajo de los abdominales, se formara, de igual forma con sus brazos, no poseían gran musculatura pero era parejo con lo demás.

Amor sin Devolución ✿[MiloxCamus] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora