Capítulo 31: Obsesión I [ÚLTIMOS CAPÍTULOS]

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Después de casi un día sin ver siquiera los larga cabellera verduzca de Shion, Athena comenzaba a preocuparse. Comprendía que estaba descansando después de pasar casi toda la noche en vela, pero no se había asomado al recinto principal en ningún momento.

Por otro lado, ella se encargó de buscar más pistas necesarias para desenmascarar a aquella joven que decía amar con locura a Milo, y no era para menos. Después de todos los problemas que trajo, confirmaba que su obsesión la había llevado demasiado lejos. ¿Entrometerse en un destino ya previsto? Eso fue la punta del iceberg que aseguraba que la chica estaba loca de amor, si se lo podía llamar así. De igual forma no le sirvió, ya que lo único que logró con su presencia en la vida de Milo, fue despertar sentimientos por Camus que se hallaban dormidos en su interior, y no solo eso, Saori, quién también había intervenido por el muchacho.

¿Por qué no se había dado cuenta antes? ¿Por qué no dejó en su lugar a Harmonía?

—¿Será qué desde lo que pasó en épocas mitológicas, quiso vengarse de mí, con mis caballeros?— Saori dio una posición pensativa. Recordaba lo que le había dicho Shion, si Milo tenía ese collar, ¿Entonces cuál fue el que desapareció hace años?

—O sea qué...— Athena observó por momentos aquel libro donde el retrato de la diosa Harmonía estaba plasmado en sus hojas, así como el collar de la desgracia.

Los recuerdos de su vida como diosa inmortal le llovieron, provocando un caos completo en su mente. Ella, con ayuda de su padre todopoderoso Zeus, habían ayudado a Cadmo y Harmonía a salir de Tebas, que estuviesen juntos, pero, ¿Eso era lo que realmente quiso la chica?

Aún no entendía nada de lo estaba pasando.

—Si Shion confirma mis sospechas, entonces no habrá nada más que hacer. Excepto ir por Harmonía y desenmascararla, a ver qué se trae entre manos— por mucho que odiara actuar por sus impulsos, ya no estaba dispuesta aguantar tanta mentira y misterio en su santuario.— ¡Shion!— tocó la puerta un par de veces, sin recibir respuesta alguna. No esperó más y se adentró a los aposentos privados del patriarca, caminó hasta su habitación y lo encontró dormido sobre el escritorio, con un papel en mano y a la par, un tallo de rosa blanca sin florecer.

¿Lo despertaba? ¿O no?

Eso era urgente, lo ameritaba.

—¡SHION!— gritó cerca de su oído, provocando que el pobre se levantara asustado y a punto de sufrir un paro cardíaco.

—¡¿Pero qué...?!— se levantó aturdido, divisando a la chica que le sonreía apenada— ¡Athena! ¿Qué demonios le pasa? ¿Acaso me quiere matar de un infarto?— llevó una mano a su pecho, sintiendo como su corazón aún latía fuertemente por tremendo susto que se llevó.

—Perdóname Shion, lo que pasa es que en verdad, necesito de tu ayuda. Si mis sospechas resultan ser ciertas, tenemos que ir en este preciso instante a por Harmonía.—retomó su seriedad, Shion la miró confuso.

—¿Harmonía? ¿Por qué con ella?

—Porque presiento que si no lo hacemos pronto, habrá un caos completo. Y los únicos que se verán involucrados son Milo, y Camus, y yo definitivamente no quiero que pasen por más problemas. Desde niños ha sido así, ahora con una mujer por delante, solo imagínate.

—Concuerdo con usted, señorita.— dio su palabra— ¿Qué quiere saber?

—Kardia, el antiguo caballero de Escorpio. Dices que también fue provocado por esta mujer, ¿No es cierto?— él asintió— ¿Y de casualidad también odiaba al Acuario de esa época?

—Pues... Sí y no.— explicó— Cuando solíamos ser aspirantes a santos dorados siempre pasaba molestando a Dégel, lo empujaba, lo tomaba por el pelo y esas cosas. Ahora que lo pienso, Kardia siempre llevaba un cadena con él— meditó un poco— Quizá después de todo ese era el collar de la diosa Harmonía, porque solo cuando estaba más chico molestaba de sobremanera a Dégel, aún sabiendo que él era el único que podía retener sus fiebres, no le importaba— articuló— Después de una de las muchas misiones que tuvimos, él se fue con la joven Sasha a un país del otro lado del mundo, y cuando llegó de esa misión no portaba el dije. No sé qué le pasó, supongo que lo perdió, pero fue bueno para él porque después de eso, ya no molestaba a Dégel porque lo odiara o lo tuviera entre ojos, sino para llamar su atención. Todos lo sabiamos—soltó una risilla— Y después de tanto, Dégel le correspondió. Porque así son los acuarios, fríos pero con un corazón blando y cálido.  

Amor sin Devolución ✿[MiloxCamus] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora