—Creo que ya empiezo a comprender...
Después de pasar unos largos minutos charlando y haciéndole entender al tibetano de la situación complicada que rodeaba a sus dos compañeros, éste no pronunciaba palabra alguna. No porque no le interesa la información, al contrario, era tan impactante que simplemente no podía emitir palabras coherentes.
Pero, a pesar de todo aquel embrollo, comprendía y entendía en su totalidad a su diosa, quizá era una forma drástica y cruel la que ella proponía tanto a Milo como a Camus, no obstante nada perdían con intentarlo. Después de todo, el ataque que había recibido el Acuario de su propio compañero no había sido directamente, para ser precisos, Milo nunca lo había atacado por su cuenta.
En parte, eso le hacía suspirar con tranquilidad. Porque estaba confirmado que no tenía que estar pendiente siempre del octavo templo, preocupado por cualquier cosa que incluyera golpes, discusiones, o incluso gritos.
Sin embargo, después de mucho, no se opuso a la idea de Athena. Qué Milo y Camus estuviesen juntos -contra su voluntad- ya había sido superado por la mayoría y no era precisamente un tabú para divulgarlo por cualquier rincón.
—¿Entonces, Mu?— preguntó esperanzada.
El mencionado se llevó una mano a su mentón, pensando otra vez y dándole una última vuelta a aquella solicitud.
Para ser sincero, él no poseía muchas salidas o alternativas de donde escoger, pues si no brindaba su ayuda para la, no tan, descabellada idea, una lucha de míl días se iba a librar al pasar por Capricornio. Y ni si quiera ganas le daban de pensar en que dirían los restantes.
No le beneficiaba a nadie, ni mucho menos a la chica.
—Supongo qué... ¿No puedo negarme, verdad?— la miró directo a los ojos, buscando quizá una pequeña posibilidad.
Athena solo amplió su sonrisa, y negó.
—Entonces... Sí, los ayudaré. Porque para serle sincero, no es como que anhele ver a mis compañeros entrando en guerra por algo tan simple que usted pudo haber evitado desde un principio. Pero bueno, ni modo.
—¡No sabes cuánto te lo agradezco, Mu!— lo abrazó repentinamente por la alegría.
—Athena, por cierto...— aclaró la garganta para llamar su atención— ¿Puedo saber la razón de la que usted quiere unirlos?
Saori retomó su postura con seriedad, cruzando un pierna sobre la otra con elegancia. Ya no importaba que los restantes caballeros de oro se enteraran de aquel "secreto" que mantenía unidas las constelaciones del agua y del escorpión desde tiempos mitológicos. Estaba conciente que tenía el deber de explicárselos en algún momento. Incluso se le hacía más fácil con la razón de qué, siendo conocido ese destino, sus guerreros la dejarían en paz y la apoyarían con todo ese asunto de Camus, y de Milo.
Aunque claro, por el momento a estos dos últimos había que aislarlos del conocimiento de sus constelaciones.
—Porque desde generaciones ha sido así, caballero de Aries— alzó su mirada— Mis primeros caballeros dorados aparecieron en el siglo diez, y desde entonces, Acuario y Escorpio siempre han tenido una relación amorosa, no importa sus diferencias, sus contradicciones, o sus personalidades. A pesar de todos esos obstáculos permanecieron juntos hasta el final.
—Pero...—
—Sé lo que piensas— interrumpió—. Por ese motivo es mi insistencia, Mu. Quizá no debí revelarte este secreto, ni tampoco el que estoy apunto de contarte, pero en algún momento tengo que hacerlo, no solo contigo, sino con los demás— suspira— Necesito de tu discreción.
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Amor sin Devolución ✿[MiloxCamus]
FanfictionDesde eras mitológicas, tanto Acuario y Escorpio, han sido destinados para estar juntos. Está escrito en las estrellas. Sin embargo... Parece que los del siglo XX no están dispuestos, ni tienen el más mínimo interés en llevar un destino de más de cu...