La gente normalmente entraba, bailaba, le pedían algo para tomar, volvían a bailar, y así sucesivamente hasta que terminen bailando raro y tambaleándose por todo el lugar mientras le pedían otra bebida con palabras arrastradas. A veces eso podía llegar a ser monótono, haciendo que odie su trabajo, pero siempre había alguien o algo que le volvía la chispa al trabajo.
Él era uno de esos.
Lo conoció en una noche de sábado donde tenían más clientela, pero la mayoría ya estaba en la pista de baile, normalmente los sábados eran interesantes, pero hasta ahora solo le había servido más de cinco margaritas a un chico que acababa de cumplir la edad apropiada para tomar legalmente y podía ver como una rubia que era más plástico que humano frotaba sus caderas contra las de un hombre que ya empezaba a notársele las canas y tenía panza de cervecero.
Miró al otro barman en turno, un hombre de su edad que se llamaba Dallon, este tenía los brazos cruzados y tenía la espalda apoyada contra la pared. Cuando se dio cuenta de la mirada de su compañero le miró con aburrimiento y rodó los ojos indicando cuan aburrido estaba, sus ojos azules aparentándose rosa con las luces de la discoteca, él asintió en entendimiento, cabello del mismo color que las luces cayendo sobre sus ojos, no habían servido a nadie en unas cinco o siete canciones y no podían sacar sus celulares y hacer algo más entretenido aprovechando el WiFi para empleados, ya que podían ver como su jefe daba rondas por todo el local para asegurarse que todos estén bien.
No es que odiaba su trabajo, simplemente se volvía una rutina a veces, y cuando eso sucedía le quitaba toda la gracia.
Ambos volvieron a mirar la pista de baile y el chico de las piñas coladas apareció tambaleándose y aferrándose a la barra como si su vida dependiera de ello, realmente no debería y no tenía ganas de servirle, así que miró con ojos suplicantes a su compañero de trabajo quien suspiró y fue hacia el chico que probablemente iba a pedir otra piña colada.
Sus ojos fueron hacia la pista de baile nuevamente, caminando hacia la pared y apoyándose contra ella, cruzando los brazos e imitando la pose que tenía su compañero de trabajo.
La gente ya empezaba a bailar raro, y eso que apenas eran las doce. Odiaba que el bar estaba cerca a uno de los parlantes, logrando que la música moderna que se podía escuchar a través de ellas no hacían más que ensordecerlo y realmente estaba empezando a pensar en seriamente tomar una de las botellas de licor y tomarla.
Sus ojos empezaron a divisar una figura de una persona acercarse a la barra, definitivamente no era su jefe y no se tambaleaba, así que probablemente era alguien que recién entraba a la discoteca. La figura tomó la forma de un hombre, aproximadamente de su edad, tenía una chaqueta Adidas y una camiseta blanca con patrón y unos jeans ajustados, su cabello parecía negro entre las luces multicolor del lugar y sus fracciones eran finas y suaves.
Se sentó en uno de los banquillos y apoyó sus brazos sobre la barra, observándolo de un modo que le pedía que le atienda, él caminó hacia él, colocando sus antebrazos sobre la barra para quedar frente a él.-¿Qué quieres ordenar?- Preguntó cómo le habían enseñado cuando empezó a trabajar, el hombre le miró con seriedad, como si su rostro contuviera la respuesta a esa pregunta.
-Una margarita- Respondió con simpleza, él no tuvo más que empezar a hacer la bebida, mirando de reojo al hombre, quien simplemente miraba sus manos con desinterés y le dedicaba alguna mirada a Dallon, quien estaba lidiando con el chico de las piñas coladas.
Cuando la terminó se la pasó al chico con la chaqueta Adidas, este lo tomó y le dio un sorbo para luego colocarlo sobre la barra.
-¿Algún plan para esta noche?- Preguntó viendo como el chico de la chaqueta Adidas no miraba a las personas en la pista de baile o se interesaba por las personas del lugar.
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h i m ✖joshler✖
FanfictionJosh es un barman en una discoteca. Uno de los clientes siempre es una persona diferente cada vez que entra al local. Josh empieza a sentir cosas por él.