Capítulo 2- Acción

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     No podía creer que realmente tuviera a Sammy apoyando su ensangrentado brazo sobre el escritorio y la toalla del baño, mientras su nuevo amor motero se ocupaba cuidadosamente a sacar cada pequeño trozo de vidrio; la dedicación y esmero con el que se concentraba en examinar la herida, intentando ocasionar el menor dolor posible, me tomó verdaderamente por sorpresa, no esperaba que un hombre tan grande y de aspecto tan rudo pudiera tener esos cuidados.

     Hacía ya un rato que nadie decía ni una palabra, el otro motero había vuelto con el pequeño botiquín y sin decir una palabra se había quedado apostado al costado de la puerta como un silencioso centinela, pero aún así era capaz de sentir su mirada vagar por nosotros. Yo por mi parte me dedicaba a tomar la mano buena de la pelirroja e intentar confortarla y tranquilizarla a lo largo del proceso, a la vez que le alcanzaba lo que me pedía al moreno.

     No era tonta, sabía que aquellos chicos debían pertenecer al club de motociclistas que vivía en el extremo más sur de la ciudad desde que tenía memoria, y aunque era conocido que poseían un par de bares y talleres mecánicos a lo largo de la ciudad, era imposible que se mantuvieran exclusivamente de aquello. Aunque las dos éramos bastante temerarias, yo tenía bastante más cuidado con mis límites que Sammy, quien tendía más a lo estúpido; liarme con un motero siempre había estado fuera de los mismos, como con cualquiera que pudiera estar asociado a actividades ilegales. La pelirroja solía decirme que tenía una adicción por los niños buenos, yo prefería verlo como la habilidad de proteger mi propio culo, no había modelo en este mundo que valiera poner en peligro mi integridad.

     Observé atentamente como las grandes manos del moreno sacaban la última esquirla de vidrio para tirarla dentro de una pequeña bandeja, y pasando una pequeña gasa para limpiar la sangre, miró con ojos tiernos a mi amiga, acariciando levemente su muñeca al hablar. 

     - Algunos de los cortes van a necesitar un par de puntos, y puedo hacerlo, pero para eso voy a inyectarte un poco de anestesia así no lo sientes ¿si cariño?- dijo el hombretón, claramente sabiendo el miedo de Sammy a las agujas. 

      En cualquier otro momento me hubiera reído de la forma en la que mi amiga se encogió en la silla a la vez que asentía nada convencida sobre el proceso, pero sabiendo que la única opción era aquello o yo iba a arrastrarla a la sala de emergencia, donde muy probablemente le tuvieran menos paciencia que nosotros. 

      - ¿Qué te parece si mañana te preparo mi pastel especial de chocolate y mousse y lo tomamos con un buen té como recompensa a ambas por toda la mierda de esta noche? - le dije mientras acariciaba su brazo con cuidado, sonriéndole, sabiendo que aquel pastel era su absoluta debilidad y que ya hacía un tiempo que no lo preparaba. 

      - Tramposa - me contestó achicando los ojos antes de sacarme la lengua.- Sabes que no puedo decirle que no a tu pastel de chocolate, ningún mortal podría, pero mañana había quedado de pasar el día con Bash - contestó señalando al susodicho con la cabeza y haciendo una mueca al ver la pequeña aguja trabajando en su brazo. 

       - Supongo que Bash también podría tomar un pedazo de pastel y así permitirme saber un poco más de la única persona en este planeta a quien le has dejado atender tus heridas, y después pueden irse a hacer cochinadas al motel de su elección mientras yo me dedico a ordenar la nueva entrega que había llegado el viernes a la tienda - dije dirigiendo una significativa mirada a ambos. 

     Hasta ahora ciertamente no había tomado en serio la nueva relación de Sammy, pero el simple hecho de ver ahora las miraditas que se lanzaban a través de la mesa, sabía que era más que una aventura caliente, aunque me pregunté si mi amiga se habría percatado de aquello. No entendía demasiado de los códigos de los motociclistas, pero si una cosa era clara, era que una vez que tenías su confianza y protección, aquello era inamovible, y mi amiga parecía tenerlo dispuesto a desatar el infierno en la tierra por ella. Eran una de esas cosas de las que siempre había sido levemente consciente que existían en el mundo, en los bordes de mi vida, pero nada más allá de eso, y ahora debía sumergirme más en ese mundo si mi hermanita iba a formar parte de él.

Fuego cruzado (MC - Iron Riders)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora