Estaba acostumbrada a mantenerme en movimiento, era algo que verdaderamente me encantaba, por lo cuál apenas me despertó el sol matutino arrojé una enorme camiseta sobre mi cuerpo, me preparé un té para comenzar la mañana, hice una pequeña serie de estiramientos, una costumbre que había adoptado hacía apenas unos meses pero que amaba. Luego me vestí y le coloqué la correa a Kyser, para salir en nuestro paseo matutino y luego hacer los mandados necesarios para la torta que tanto le había prometido a Sammy. Si la conocía en lo más mínimo tenía el tiempo justo para hacer todo antes de que ya estuviera golpeando en mi puerta reclamando el manjar de chocolate.
Agradecí la forma en que el frío de la mañana erizó mi piel, apenas debía haber dormido unas pocas horas luego de volver del club, pero me sentía bien, y si jugaba mis cartas correctamente y hacía rápido el inventario y organización de los productos nuevos de la tienda, probablemente podía retirarme a mi cama tempranamente y darle un buen comienzo a la semana. Sonriendo camine el largo trecho hasta el parque junto con mi energético y enorme perro, donde después nos dedicamos a jugar y correr por una buena media hora. Para cualquier persona una mascota podía ser simplemente un accesorio más en su vida, pero para mi Kyser era una verdadera compañía, era leal, me cuidaba y aunque sonara tonto se había convertido en un verdadero amigo al mudarme de la casa de mis padres; eran ellos quienes, la primera vez que vinieron a visitar formalmente el apartamento, habían aparecido con una enorme caja que se movía, y de la cual habían sacado aquella preciosa bola de pelos. Tener alguien más a quien cuidar, sobre todo ahora que estaba sola, me mantenía como cable a tierra, y me recordaba que también tenía que cuidarme a mi misma, aquella rutina era un ejemplo perfecto de ello.
Una vez el sol comenzó a calentar con más fuerza volví a ponerle su correa a mi perro, y juntos volvimos caminando hacia el supermercado que se encontraba cerca del edificio, y a la vez que me adueñaba de un carrito hice una lista mental de todo lo que iba a necesitar para la semana, y que probablemente fuera suficiente para alimentar a una familia entera, pero que sabía que iba a desaparecer antes de lo previsto. Desde pasta seca, verduras, diferentes tipos de carnes, y más cajas y sabores de te de los que probablemente sería saludable comprar, además de todo tipo de frutas y un enorme tarro de helado de vainilla, me dirigí hacia la caja. Ya que acostumbraba pasarme por allí conseguí tener una pequeña conversación con la chica de la caja, a la vez que evitaba las miradas del muchacho de 17 que embolsaba mis compras; el pobre parecía haber desarrollado un pequeño enamoramiento u obsesión hacia mí, que solo había aumentado al enterarse de que era dueña de un sex shop. Y aunque más de una vez le había dejado en claro que no estaba interesada, podía sentir claramente sus ojos clavados en la línea de mi escote.
Cargada con casi más bolsas de las que podía balancear, hice mi camino hasta mi casa, intentando no caer entre el peso y la maldita costumbre de Kyser de querer enredarse alrededor de mis piernas cuando menos conveniente era; juro que este perro tenía que tener algún gen de gato en él. Afortunadamente cuando estaba luchando por desenterrar las llaves de mi bolsillo la puerta frente a mí se abrió, mostrando una muy despeinada y satisfecha Sammy, vistiendo apenas un short y una musculosa que dejaba ver parte de su plano estómago, y la enorme figura de Bash enredada a su alrededor, esparciendo besos por su cuello a la vez que susurraba cosas demasiado bajo como para que yo pudiese escucharlas, pero que definitivamente le estaban subiendo los colores a mi amiga. Sintiéndome como una madre que espiaba a su hija aclaré mi garganta, justo cuando también mi peludo amigo reconocía a la pelirroja e iba corriendo hacia ella para reclamar una dosis de caricias.
- Espero no haberlos interrumpido cuando estaban considerando hacerlo en la entrada - dije con una sonrisa, disfrutando la mirada sorprendida de ambos.
- De hecho creo que con todo lo de anoche más ahora en la mañana estoy bien por un tiempo - contestó mi amiga con una risa y guiñando un ojo, a la vez que se apropiaba de la correa de Kyser.
ESTÁS LEYENDO
Fuego cruzado (MC - Iron Riders)
ChickLitElla tenía su vida en orden, su propio sex shop y un club nocturno con su mejor amiga, un apartamento, un perro y toda la determinación del mundo en ser su propia mujer. Fuerte, libre y feliz. Pero en una sola noche, una sola pelea iba a ser capaz d...