Capítulo 4 - Fiesta

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El atronador ruido del motor de una Harley no tardó en sonar afuera de la tienda, Sammy le había avisado a Bash que allí era donde nos encontrábamos, por lo tanto allí había ido a recogernos, y si había pensado algo de la tienda o de el hecho de que yo iba a acompañarla aquella noche, se guardó sus pensamientos para si mismo. Aún así me las arreglé para arrojar a mi amiga a sus brazos, alcanzando a ver la chispa de apreciación en los ojos del motero, justo antes de meterme en el auto y decirles que abrieran juntos el camino y yo los seguiría; si iba a acompañar a Sammy, pero no iba a dejarla que fuera una cobarde y se refugiara en el auto conmigo.

Aunque no tenía auto propio manejar era algo que amaba, y cuando lo necesitaba solía pedirle prestado el de Sam, aunque también solíamos ir o volver juntas a muchos lugares. Respirando hondo me dediqué a acomodar asiento y espejos, ya que la diferencia de altura entre mi amiga y yo era bastante notable, pero haciéndolo de la forma más lenta posible para darles unos momentos a los tórtolos, antes de que se sintieran obligados a emprender el viaje. Ahogue una risa mientras miraba al asiento trasero, donde como la maldita pelirroja había dicho, me esperaba mi par de botas preferido, que ella había sido lo suficientemente precavida de traer sabiendo que seguramente iba a terminar aceptando su oferta, porque sino de otra manera no iba a hacerse presente para la fiesta. Intente hacer una nota mental de en algún futuro cobrarle el favor de esta tremendísima extorsión, y de forma grande.

Pocos minutos después pude escuchar el motor de la Harley cobrar vida y arranqué el auto, emprendiendo el camino detrás de la parejita, viendo con una sonrisa como los brazos de mi amiga se enredaban al rededor del torso del motero, dejando el espacio más mínimo e indispensable entre ellos. El viaje fue un poco más largo de lo que pensé que sería, aunque no le había dado demasiados pensamientos a donde era que nos dirigíamos para la dichosa fiesta, no creí que fuera necesario salir de la ciudad; nada era confirmado, pero existían rumores sobre que ciertos bares y clubes de la ciudad pertenecían a la banda de motociclistas, además de varios talleres mecánicos, y hubiera creído que íbamos a ir allí. Pero para mi sorpresa, luego de manejar unos cuantos minutos, tomar varios caminos pequeños, y atravesando una gran arcada con muro que debía delimitar la propiedad, terminamos frente a una enorme casa de cinco pisos; claramente su casa.

La motocicleta se estacionó prolijamente fuera de una enorme bodega, en linea con más motocicletas de las que había visto en mi vida, mientras que yo lo hacía del otro lado, donde se encontraban una gran cantidad de autos y camionetas, además de un precioso sheep verde oscuro que no tardó en cautivar mi mirada, esa sin duda era mi próxima compra. Baje del auto dejando atrás mis zapatillas y calzando las botas en mis pies, apreciando la leve forma en la que el fresco aire hacía que mi piel se erizara y apretando la chaqueta de cuero a mi al rededor. Como había prometido Sammy estaba rápidamente a mi lado, y entrelazando sus dedos con los míos, una pequeña y tonta costumbre que habíamos adquirido cuando habíamos comenzado a salir de fiesta en nuestra adolescencia, y aunque más de una vez nos había ganado miradas y preguntas, era nuestra forma de decirnos que estábamos para la otra, y yo lo apreciaba.

Parecía que la fiesta ya hacía un rato que había comenzado, gente desperdigada por doquier, al rededor de la entrada de la bodega, podía verse perfectamente para adentro, donde mesas y sillas estaban acomodadas sin cuidado, además de un par de mesas de pool, y por todo el frente de la casa, entre la escalera que daba paso al inmenso porche, y las gruesas columnas. No pude evitar observar con cuidado el hermoso lugar, me gustaba la forma en que el pasto se abría en todas direcciones, y grandes caminos unían las dos construcciones, además de señalar un par más a lo lejos, pero mis ojos en realidad estaban fijos en la casa, como la loca obsesionada con la arquitectura que era. Cinco señoriales y altos pisos, una casa con madera pintada de blanco, probablemente de principios de siglo, por sus molduras y detalles, una completa preciosidad, el inmenso porche estaba cuidado, con modernos sillones apostados a los lados de la puerta, haciendo un bello contraste, y aunque las escaleras eran un potencial dolor en el culo, habían al menos 10 escalones que atravesar para poder llegar a la puerta. Era de esas casas que destilaban elegancia pero al mismo tiempo podía formar parte de una película de terror, enormes y misteriosas, pero ahora rezumando vida por todas las personas que se encontraban presentes.

Fuego cruzado (MC - Iron Riders)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora