Capítulo 7 - Ohhh

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      Cuando la llamada se cortó tardé un par de segundos en poder reaccionar, lo había hecho, y al parecer ya tenía a mi amigo con beneficios camino a mi casa, para potencialmente una sesión de sexo ardiente. Super normal lo mío. Siguiendo mi rutina normal de las noches llene mi cuerpo de crema humectante, poniéndome un coulotte de encaje, debajo de un short de algodón para dormir y una vieja y enorme camiseta, antes de arrastrar mi trasero a la cocina, y pelar y picar a conciencia una manzana, para poder darle algo a mi hambriento estómago. Me senté de piernas cruzadas en mi sofá, con mi pequeño plato de fruta, intentando no sentirme tan terriblemente extraña con la situación; no era ninguna ajena al sexo casual, había tenido bastante de eso en mis primeros años en la universidad, y no creía que fuera algo de lo que avergonzarse ni mucho menos, eran simplemente dos personas, del sexo que fuera, disfrutando de la otra, nada más. Pero para mi al menos, siempre se había tratado de espontaneidad, de una conexión en un momento con una persona, de una oportunidad, y esto ahora parecía lo más anticlimático de la existencia, como si simplemente fuera a reaccionar ante él con el chasquido de sus dedos. Consideré llamarle y proponer que el encuentro podía darse la próxima vez que nos encontrásemos, algo de música y unos tragos iban a ser una base mucho mejor que yo en pijama en mi apartamento, pero claramente tarde demasiado, cuando escuche el timbre de mi puerta sonar. 

       Sin saber que más hacer me encaminé a la puerta, abriendo de un tirón, lista para encararle y hacer mi oferta en persona, pero en su lugar encontré un solo lirio rojo, apoyado sobre el tapete de entrada a mi departamento, sin señales de nadie más. Maldiciendo a Sammy tome la maldita flor del tapete y volví a entrar a mi departamento para ponerla en agua, los lirios siempre habían sido mis flores preferidas, aunque no tenía idea como la demente de mi amiga había conseguido una de estas a esta hora de la noche, pero al menos tenía para agradecerle, ya que quitó mi mente del plan que había estado intentando armar en mi cabeza lo suficiente, como para que cuando el timbre volvió a sonar, no tenía nada que decir. 

      Tampoco ayudó a mi falta de verborragia el hecho de que clavado en el marco de mi puerta tenía un metro noventa de hombre absolutamente escultural; envuelto en una camiseta azul marino, vaqueros oscuros, botas de motociclista y su típica chaqueta de cuero, ya era suficiente como para hacer suspirar a más de una mujer, pero sentir un delicioso perfume, tener sus claros ojos fijos en mí, y sentir como la energía vibraba a nuestro al rededor, sin duda era una imagen a admirar. Vi como su mirada me recorría, y por primera vez me replantee mi imagen, el cabello aún mojado, la piel probablemente sonrosada de la ducha, y el pijama simple, pero en sus ojos solo vi una profunda apreciación, a la vez que subía nuevamente la mirada a los míos. 

       Como si las palabras sobrasen tomó un paso hacia mi, atrapando mi cuerpo entre sus fuertes brazos y estampando su boca en la mía, ahogando cualquier resquicio de duda que seguía queriendo surgir e interrumpir aquello, química explotando entre nosotros. Cerré la puerta como pude, sosteniéndome de sus hombros y devolviendo el ataque, adorando la forma en que su cuerpo se rozaba con el mío. Y siendo sincera, yo lo había deseado la otra noche, y seguía deseándolo ahora, solo esperaba que fuera tan bueno como yo deseaba en mi mente. Como si hubiera escuchado la decisión en mi interior, sentí como sus brazos se alejaban para quitarse la chaqueta y arrojarla a alguna parte del departamento, para volver a rodearme rápidamente, ya aquella pequeña caricia entre nuestras pieles me hacía sentir caliente. Con cuidado de no resbalar y terminar de culo en el piso conseguí arrastrarnos hasta mi dormitorio, cerrando la puerta a mis espaldas, mientras seguía atacando su boca; no se si hacía demasiado que yo no tenía acción de a dos, pero el rubio besaba magníficamente, y sentía como de a poco cualquier remanente de cordura se perdía. 

     De la misma forma en que lo había hecho antes, Luke me hizo envolver mis piernas en sus caderas habilidosamente, a la vez que me presionaba contra la puerta, dejándome sentir el bulto ya notable en sus pantalones, y obligándome a tragar un gemido. Enredé mis dedos en sus largos mechones, tirando para atraerlo a mi, mientras el pasaba a dejar pequeños besos y mordidas en mi cuello, mientras sus manos viajaban por mis piernas hasta tomarme con fuerza por las nalgas, moviéndose contra mi. Pronto ninguna caricia que pudiéramos otorgarnos parecía suficiente, el rubio despegándose de la puerta y sentándose en el borde de mi cama queen conmigo a horcajadas; sin perder tiempo quité su camiseta, aprovechando para pasar mis dedos por su cálida piel. Tomando un segundo para recobrar mi aliento me dediqué a mirar su pecho, y debo decir que debajo de esa tela había lo que imaginaba y más. Hombros fuertes y definidos, un pecho amplio con apenas un poco de bello dorado, y algunas cicatrices dispersas, bajando a un abdomen duro, que me daba ganas de arañarlo y lamerlo hasta el cansancio. 

Fuego cruzado (MC - Iron Riders)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora