<•> Capítulo dos <•>

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—¿Si? Ah, no, ibecil... no —dijo lentamente.

—Oh, eso dices ahora, Lane. Pero en realidad créete todo lo que te dicen de mi —le guiñé un ojo y otro sonrojo se apoderó de él.

Me gustó. Me gustó verlo sonrojarse.

—Ok, mientras llega Sophie, te explicaré un poco sobre como funciona la empresa; pero supongo que el profesor Erik te explicó algo, ¿cierto?

—Poco.

—Vale. Como pudiste ver, los primeros pisos pertenecen al Área de Recepción. Unos cuantos pisos más arriba, para Departamento de Ventas y Sector Creativo y acá, los últimos pisos, Sector Ejecutivo —no me quitaba la vista de encima, escuchaba atentamente—. También debes de saber que este trabajo, es de locos, los que trabajamos aquí estamos locos, pero los desquiciados son los Creativos, ya sabes que ellos son quienes se llevan la peor parte...

Aproximadamente, duré unos diez minutos explicándole todo. No me aburrí en hablarle, ya que escuchaba atento y eso me agradaba. Casi siempre cuando hacía eso, se iban en su mundo y yo quedaba como imbécil hablándole a la jodida pared. Pero con él, fue distinto.

De repente, Sophie entró... ¡sin tocar! Ella sabía muy bien, que era una de las cosas que más odiaba.

—Hola —cerró la puerta.

Opté por llevarme los dedos al puente de la nariz.

—Sophie, ¿acaso se te olvidó tocar? Detesto esa manía tuya y bien lo sabes...

—¡Vaya, vaya! Carne fresca —me ignoró por completo y se dirigió a Ivo—. Hola, soy la prima de Hitler del siglo XXI —me señaló con desprecio y luego le mostró su mano. Ya la mataría después—, además, estoy soltera.

—Mmm, hoa, ucho usto, soy Ivo Lane —él, se puso de pie y estrechó la mano de la castaña.

No obstante, observé como confundida y con la frente arrugada, abría la boca. Ya conocía y metería la pata en cualquier momento, saliendo con alguno de sus comentarios indiscretos.

—¿Por qué...

—¡Silencio! —la interrumpí— Deja que yo hable contigo luego, ¿de acuerdo?

Ivo nos miraba.

—Ay, bueno, ya. Ten tu contrato —me lo alcanzó, lo recibí sonriendo y ella tomó asiento en uno de los sofás de la oficina—. Me pagarás el almuerzo hoy a cambio de él —la sonrisa se me borró y la miré con reproche.

—¿No te basta con el dineral que me sacas por quincena?

—Tengo mis necesidades... —rodé los ojos— Por cierto, ¿ya hiciste reservación para los tres?

—Soy Derek Kellerman, So. Soy cliente frecuente de Schlossgarten y no necesito reservación.

Mis palabras, desbordaban superioridad. Está de más de decir que era un completo presumido.

Revisé el contrato para que todas las condiciones estuvieran estipuladas de manera correcta y junto con una pluma se lo alcanzé a Ivo.

—Léelo y si tienes duda me dices —asintió—. Estarás bajo un periódo de prueba por un mes. Pero de igual manera, ese pinche período de prueba para mi es completamente inútil. Una vez estás trabajando acá, ya no saldrás, a menos que tú quieras. Igualmente, el monto aproximado que ganarás está ahí escrito.

Perfecta ImperFecciÓnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora